Redes
Es preciso invertir en los científicos, uno de nuestros activos más valiosos
En Suiza han conseguido que tres parapléjicos vuelvan a caminar. No como antes, cuando tenían la médula espinal intacta, pero caminan. Después de ver 'Million ... Dollar Baby', que es un peliculón de mucho llorar, perfecto para un domingo de sofá y pantalla, el anuncio de estos pasos que suponen un gran paso para la Humanidad me ha impresionado con la rúbrica de ciertas casualidades.
Semejantes milagros de la ciencia, como se han llamado siempre, pues a los legos nos parecen salidos del misterio, son el producto de un trabajo constante y de un sistema de comunicación que hoy se extiende por todo el globo. Cuando la ciencia como sistema daba sus primeros pasos, los avances admirables podían verse como frutos del genio individual, aunque ya Newton dijo aquello de «si he visto más, es porque me he subido a hombros de gigantes». Ahora ningún individuo genial puede trabajar solo o en un grupo aislado. El conocimiento fluye por una red de intercambio donde los nodos son equipos investigadores que la realimentan.
Antes del experimento suizo se hizo otro en EE UU, con una técnica menos depurada. En España, en el CSIC, Filipe Barroso trabaja en métodos de estimulación poco invasivos y Diego Serrano, de la Universidad de Castilla-La Mancha, visitó a sus colegas de Laussane en 2018 y conoce bien su trabajo. La naturaleza, objeto de la ciencia y modelo de la tecnología, también se sostiene en intricadas redes de dependencias mutuas e intercambios. También en ella «los grandes saltos, los grandes avances, se han dado a partir de la cooperación», asegura el biólogo Jordi Bascompte, quien supo ver las redes de la arquitectura de la biodiversidad y formuló una teoría para completar la limitada receta de la competencia y la depredación. Cuánta esperanza despiertan estos milagros como el de Suiza. Es allí, por cierto, donde trabaja Bascompte desde que abandonó definitivamente España, purgatorio de investigadores.
Las incontables conexiones de la ciencia mundial permiten una evolución sin precedentes, logros como el del equipo dirigido por el neurocientífico Grégoire Courtine y la neurocirujana Jocelyne Bloch que ha conseguido establecer conexiones en el cuerpo humano y decir a sus pacientes 'levántate y anda'. Pero es preciso leer la letra pequeña del anuncio para saber dónde estamos en realidad, y es preciso un apoyo suficiente, indefinido y sin titubeos a la investigación para lograr resultados. Los países que se queden fuera de la red mundial de colaboración y competencia van por el peor camino. Pues los científicos nos llevan por el que sigue toda la Humanidad y el edificio de la sociedad tecnológica se derrumbaría sin su aportación. Son uno de nuestros activos más valiosos y es preciso invertir en ellos.
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