Prioridad
En las colas verdaderamente importantes hay gente que siempre tiene trato de favor
El sábado por la mañana, en el puesto de aceitunas y encurtidos del mercado, a eso de las doce, una señora de mediana edad intentó ... colarse. Oh, pero falló. Qué pena. Le pararon los pies: ¡Señora! Así que todos le miramos con nuestros inexpresivos rostros sinboca y sin nariz, lo que hace que los ojos resulten aún más inquisitivos, ¿no es cierto? Y entonces, la pobre, se arrugó un poco. Rezongó algo entre dientes, como dando a entender que tenía mucha prisa, y se escabulló con pasitos rápidos. Y yo pensé: si no se respetaran las colas, si la gente no fuera capaz de esperar su turno, el mundo actual ¿se sostendría?
Somos muchos. Probablemente demasiados. Sin ese sencillo mecanismo no habría civilización, todos lo sabemos. Lo aprendemos en la escuela: no hay que colarse. Sin embargo, ¿quién no lo intenta? O mejor, ¿quién no lo hace cuando puede hacerlo sin que nadie se entere? Ah, ¿acaso no es un placer? Hay algo muy satisfactorio en el hecho de saltarse la cola. Parece que lograrlo es una especie de éxito. «Me tocaba la revisión en octubre, pero el marido de mi hermana está en las oficinas y me han llamado en marzo», anuncia entusiasmado el que lo logra. Sin ningún pudor. Como si fuera un mérito suyo, un adorno de su persona. ¿Esto es nacional? ¿Es algo español? No sé.
Pero no todas las colas son iguales. La cola del supermercado, la del autobús, son colas de poca importancia. Además, también hay un placer malvado en descubrir en voz alta al avispado que intenta colarse y ponerle en evidencia ante los otros. Que sufra un poco las miradas y los murmullos. Pero en las colas verdaderamente importantes siempre hay gente que tiene prioridad, creo. Y la gente que tiene prioridad lo sabe: son hiperconscientes de ello. Hay algunos que siempre han tenido prioridad. Por lo que sea: por rango, por oficio, por dinero, por guapos. Y que, naturalmente, están acostumbrados a tenerla y no entienden lo contrario. Como les está pasando a algunos en estos primeros compases: ¡Ahora yo! ¡Ahora yo! ¡Aquí está mi brazo, ya me lo he remangado! En fin...
Con lo de las vacunas, el tema de la prioridad se va a poner encantador. Ya estamos todos erizados como puercoespines antes de empezar. Y mirando a los lados con ojos catastróficos. Que se respeten los turnos, ¿eh? ¡Primero los sanitarios! De acuerdo, eso es fácil: lo aceptamos todos. Pero, después de los sanitarios, ¿quiénes van? Yo creo que si no se empieza a ver un poco de agilidad en la distribución de las vacunas, va a haber lío. Hay que publicar el orden de las prioridades ya. Ciertos VIPs se esta poniendo nerviosos, al parecer.
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