Una de las pesadillas de mi infancia era pensar en las niñas chinas a las que les vendaban los pies para conseguir unos diminutos pies ... de loto, pasaporte a un matrimonio y una forma de vida mejor. En aquel tiempo no se hablaba de mutilación genital, ni de matrimonios infantiles, ni de burkas, o al menos yo no lo recuerdo. Solo tenía para mis pesadillas aquella manera de quebrar los huesos de los dedos y el arco de los pies de las niñas chinas, algo bastante peor, en teoría, que la imposición de la moral con la que nos catequizaban a nosotras.
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La práctica persistió, no porque los pies pequeños y deformados atrajeran a los hombres como se ha dicho, sino por una razón meramente económica; las niñas, para no sentir dolor, permanecían sentadas fabricando hilados, telas, o redes de pesca de las que dependían las familias para obtener ingresos. La costumbre empezó a desaparecer con la llegada de la manufactura, a principios del siglo XX, y por la influencia de misioneros y reformadores del Gobierno comunista.
Las pesadillas de mi madurez, liberados mis pies de dolorosos tacones y en manos de las benditas zapatillas, tienen ahora la forma de un burka, esa prenda en que la desaparición de la identidad está asegurada y que según se dice ha redoblado su precio estos días en Afganistán. Dicen los talibanes que los derechos de las afganas se regirán por la ley islámica que considera a las mujeres ciudadanas de importancia menor, sometidas a la voluntad del hombre y objeto de provocación para el mismo; una ley que aplican bajos sutiles criterios los hombres. Los monstruos que hace veinte años aterrorizaron a todos solo han echado una siesta y ahora despiertan, algo adormilados, pero ahítos del triunfo fácil que la altanería del poderoso les ha regalado. Dicen que caminan por los pueblos buscando esposas entre las niñas que han crecido pensando en que podían elegir su modo de vida, dicen que han clausurado los centros de atención a las mujeres, dicen…
Las leyes de Nuremberg, aprobadas por los alemanes en 1935, brindaron un mecanismo legal para excluir a los judíos de la vida en Alemania y fueron el preludio del horror que vendría después. En Estados Unidos se promulgaron leyes y normas de vida que fomentaban el 'apartheid'. Para mi la presencia del régimen talibán es una aterradora sombra de la tormenta que se acerca y que los países democráticos miran a través de una pantalla. Es desesperante que las mujeres tengan que ser aniquiladas para que los analfabetos primates puedan ostentar su poder sin la amenaza del mundo femenino. Y, por cierto, un avión que rescata a unas decenas de afganos no limpia la culpa y la incompetencia.
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