Perro perdedor
Los que reparten etiquetas de estigmatizado creen que así se salvan de la quema
Juan Bas
Domingo, 29 de junio 2025, 00:35
El cine norteamericano de los 60 y 70 abundó en la figura del perdedor, dotándola de un halo de romanticismo crepuscular, semejante al de las ... causas perdidas. Tanto perdedores jóvenes, como los desnortados pueblerinos de esa obra maestra de Peter Bogdanovich que es 'La última película' (1971), perdedores profesionales como el boxeador de 'Fat City' (1972), de John Huston, o perdedores fuera de lugar porque el mundo del que formaron parte ha desaparecido, como los forajidos sin tiempo restante de la mítica 'Grupo salvaje' (1969), de Sam Peckinpah.
Mi hija me contó que llamar perdedor se usaba como insulto cuando era adolescente (nació en 1995), y que solía acompañarse con el gesto manual, tomado de alguna comedia también norteamericana, de ponerse sobre la frente el dedo pulgar y el índice extendidos en ángulo recto, formando la letra ele de 'loser' (más fácil que formar una pe), el término en inglés, a modo de etiqueta con la que se clasifica al supuesto perdedor. Un sinónimo de 'loser' es 'underdog'. Tiene su origen en las peleas clandestinas de perros, siendo el 'underdog' el que perdía y solía quedar debajo del vencedor. La palabra tiene una segunda acepción como víctima de una injusticia o persecución, lo cual me lleva al 'bullying', al acoso entre adolescentes.
¿Qué entenderán hoy los adolescentes por ser un perdedor? Si consideran así al «pringado» por cómo es en el presente, o se refieren a que lleva grabado en el rostro un oscuro futuro en el que no va a llegar a nada en la vida. Ese negro porvenir frente al que la cualificación mediante el esfuerzo solo adquiere valor para una minoría, que la mayoría más obtusa quizá calificaría también de perdedora.
Y si vamos al adolescente que acosa, al que junto a otros tan tontos y crueles como él, margina y atormenta al que considera diferente y que por el hecho de serlo o parecérselo merece el desdén y el maltrato, ¿qué es para este, el auténtico perdedor, un perdedor? Quizá alguien que está gordo, o que parece débil o es tímido, o que prefiere leer (ser culto ahora puede ser despreciable) en vez de decir y hacer chorradas en el grupo que reparte las etiquetas de estigmatizado, porque al hacerlo, ese grupo cree que está a salvo de la quema y se asegura (más o menos) que no le toque ninguna. Como de costumbre, el miedo como incentivo para conductas colectivas deleznables, a pequeña o gran escala, en el patio de un colegio o en partidos apoyados en el odio. Puede que se nos cayera el alma a los pies si los que reparten papeletas de perdedores explicaran qué es para ellos lo contrario, un ganador.
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