Me gustaría volver a ver una película mejicana dirigida por Arturo Ripstein que vi hace muchos años, cuando se estrenó. Se titula 'El lugar sin ... límites' (1977) y está basada en la novela homónima de José Donoso. En el clímax de la sórdida historia, el hombre travestido, la Manuela, provoca con valentía a unos bestiales machos rurales para distraer la atención hacia su hija y que no resulte violada. Entre los mejicanos más machistas y quizá gays vergonzantes se da la práctica llamada del macho probado. Consiste en tener una relación homosexual, comprobar y demostrar así que eso no es lo suyo y que no se es maricón y seguir con las mujeres. Muy chusco y revelador. En la película, los machos andan nerviosos porque la Manuela los está poniendo cachondos con sus requiebros y carantoñas y la matan a golpes para acabar con el deseo.
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Vi un reportaje de cámara oculta sobre un par de chicos que habían tenido el valor de ir por calles del centro de Moscú cogidos de la mano para comprobar las reacciones homofóbicas que suscitaban. Les aseguro que con la mala cara agresiva que gastan muchos tíos moscovitas con los que te cruzas por la calle, hay que tener valor para hacer eso. No llegaban a agredirlos, pero se veía cómo los insultaban al pasar al lado y a uno que les separaba las manos con cierta violencia. La mayoría de los que les increpaban eran hombres, pero también lo hacían algunas mujeres. Los hijos de Putin amantes del culto a la fuerza física y la chundarata militar no toleran mariconadas así como así. Aunque las poses de Putin luciendo torso desnudo y cuchillitos o rifles sean de lo más gay. Será algo parecido a lo del macho probado de los manitos.
Aunque ahora está más en boga apalear a moros, también se siguen cometiendo agresiones homofóbicas. En algunos casos mediante palizas en toda regla e incluso con torturas grabando esvásticas en la piel a punta de navaja. Suelen ser miembros de grupúsculos nazis o simples burros sin alineación. Es la brutalidad de los tontos violentos con primarios principios excluyentes y de lo que debe ser; apostantes por la marginalidad propia cuyo cociente intelectual suele estar a la altura de su cualificación laboral: saber tirar de un carro o similares. Por supuesto, atacan solo a personas solitarias e indefensas. Sugiero a esos aguerridos muchachotes con un único cerebro para el grupo que se atrevan a buscar bronca en algún bar de ositos de cien kilos o de tíos duros de estética 'leather'. No sé si saldrán de allí como machos probados, pero sí que tendrán que hacerlo a cuatro patas después de recibir, y no precisamente amor.
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