Fútbol
¿Vacunará también el ejército a Bisbal, Ángel Corella o Carmen Machi?
El fútbol me pone. Me pone de los nervios. Y antes de que algún lector me lapide en los foros virtuales, diré que dejo fuera ... de mi opinión a los equipos de Tercera para abajo y a los que aman de verdad la cara B de este negocio. Sí. Me subleva. No entiendo los fichajes astronómicos. Me escandalizan. Me resulta difícil aceptar que la vida, las rutinas o el tráfico se alteren por él. Me abochorna que los Reyes Magos traigan la nueva equipación a los niños que creen en sus ídolos y que sus padres dejen medio sueldo en la camiseta. Las parrillas de las televisiones y radios se modifican cuando hay un encuentro de relevancia, y me indigna.
Es incomprensible que el presidente de La Liga gane tres millones y medio. Que los clubes tengan una deuda que jamás podría tener una empresa de andar por casa. Me descorazona que los aficionados acepten que exista esa FIFA que oscuramente eligió Qatar como sede para el Mundial del próximo 2022; un país que construye sus infraestructuras con migrantes de Nepal, Sri Lanka, India, Pakistán, Bangladesh a unas temperaturas incompatibles con la vida.
Me dan escalofríos cuando lo llaman deporte y añaden 'nacional', y ya con las manos en la masa, me parece una fantochada que el Ejército les vacune porque son esenciales. ¿También la vacunación de la selección es una cuestión de Estado? ¿Vacunará el Ejército a Bisbal, a Ángel Corella o Carmen Machi? ¿Retransmitirán las televisiones ese momento crucial en que la aguja se clava en el brazo? ¿Saldrá la ministra a marear la perdiz informativa para hablar de los riesgos de los artistas de ópera, ballet, literatura, del teatro o del rock and roll?
Me gustaría escuchar en el Telediario que Messi compró respiradores para un hospital de la provincia de Buenos Aires y que siguen en una nave esperando que el político de turno autorice su utilización. O que Matías Almeyda, un exfutbolista argentino, tras perder a su padre por coronavirus quiso vacunar a toda la población de Azul (56.000) e hizo la gestión, pero no pudo llevarse a cabo porque no se lo permitieron. Argentina, ese país que ha visitado nuestro presidente Sánchez mientras el presidente de Estados Unidos se pasea por Europa, adelanta diariamente posiciones en el índice mundial de muertos por coronavirus. El mismo día que el presidente Fernández se reunía con Sánchez, el laboratorio Pfizer declaraba en el Congreso que había ofrecido al Gobierno un contrato por el que se comprometía a suministrar millones de vacunas. Pero tenían la Sputnik y a Putin dando su apoyo, y a Maduro, y ahora a España, que se erige en árbitro del Fondo Monetario. Todo es esencial.
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