La pregunta sencilla
¿Hasta qué punto puede seguir deteriorándose la sanidad pública?
Respecto a la cuestión principal, ya sabes, la cuestión más importante de todas, hay una pregunta muy elemental y muy sencilla que le preocupa a ... todo el mundo, aunque puede que más a los más conscientes, viejo amigo, le digo a Lucho, aprovechando que me duele el estómago, la mañana está fría y pasa por delante, un poco a duras penas, una señora tullida con la cabeza vendada.
En fin, estamos ahí, un día más, Lucho y yo, contemplando el animado fluir del universo y de repente me mira y me dice: Y la cuestión más importante de todas, Ferdy, ¿cuál es, si puede saberse? De modo que yo también le miro y le digo: Pues la sanidad pública, incluida obviamente la mental, Lucho, esa es la cuestión más importante, no sé si me explico, viejo gnomo. Y me dice: Y esa pregunta tan sencilla que le preocupa a todo el mundo, ¿se puede saber cuál es? Así que le digo: Pues es, sin más, la pregunta básica, la número uno: ¿Hasta qué punto puede seguir deteriorándose la cuestión principal? Sin más.
Y entonces se rasca la cabeza, sonríe y dice: Pues puede seguir deteriorándose hasta el final, hasta que se deteriore del todo. ¿Y todo el mundo se pase a la privada, consumando con éxito la privatización definitiva? Lo malo es que no sabemos en cuánto tiempo serán capaces de lograrlo, le digo. Me refiero a los inversores y promotores de las clínicas privadas que quieren todo el pastel. ¿En diez años? Eso sería correr mucho, desde luego. ¿Quizá en veinticinco?, le digo. Y entonces me sale con que a él, de hecho, ya le gusta más la privada. Es decir, le digo yo, la que tiene afán de lucro, ¿no? Y dice: El afán de lucro no tiene por qué ser malo 'per se'. Dice: 'Per se', qué gracioso. Pero bueno, vale, ¿y por qué te gusta más?, le pregunto. Y me dice que porque hay menos gente. Aquí hacemos una pausa lógica.
No obstante, el debate de la sanidad pública y la negociación del límite de deterioro que se considera admisible, con y sin afán de lucro, está pendiente y puede hincharse en breve. Nadie se atreve a hablar de esto. El debate entre políticos y politiqueros se reduce a investigarse con ansiedad unos a otros en busca de posibles corrupciones y delitos con los que poder tumbar judicialmente a algunos peones. Pero las políticas sociales y las nuevas leyes del nuevo mundo tienen que estar por encima de ese marrullerismo, a estas alturas ya bastante canallesco tirando a repugnante. Tienen que estarlo. Lo de la sanidad publica es un tema que da miedo, lo sé. Pero la gente tiene derecho a saber lo que se está haciendo, le digo. Y me suelta: El exceso de información no mejora las cosas. Y se queda tan ancho.
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