Nos vamosde boda
Los millonarios de antes pasaban desapercibidos, ahora alardean de su fortuna
He rastreado mi cerebro en busca de un tema para mi columna que no esté salpicado de abismos. Ha sido difícil. El horno no está ... para bollos, pero siempre hay alguien que se sale del guion, del camino, del mapa y de lo cotidiano. Los millonarios de hace unas décadas pasaban desapercibidos y sus vidas parecían transcurrir lejos de los focos, pero los de ahora hacen alarde de sus fortunas incalculables, hechas a cuenta de los lerdos consumidores que habitamos el planeta que nos queremos cargar.
Jeff Bezos, dueño entre otras fruslerías de Amazon, se casa con su novia, Lauren Sánchez (es imposible no nombrarlo) en Venecia. El presupuesto para el evento, que tendrá lugar este fin de semana, se prevé que supere los 30 millones de euros incluyendo los 27 vestidos que lucirá la novia. Naturalmente, en las invitaciones no figura ningún número de cuenta, ni se anuncia la presencia de un tatuador, porque los novios han encargado actuaciones a los artistas más famosos del mundo y piden a sus invitados que hagan donaciones a cuatro instituciones venecianas y que con eso ya estaría.
Toda la oligarquía tecnológica y financiera, además de los que poseen relación con la riqueza y el poder de Washington, saldrán del Cipriani empanelados de Dior y Armani para celebrar el amor. Ivanka Trump, hija del presidente de Estados Unidos, Oprah Winfrey, Eva Longoria, Leonardo DiCaprio, Shakira, Lady Gaga, Robert Pattinson, Karlie Kloss, Mick Jagger, Elton John, Bill Gates y parte del clan Kardashian estarán entre los invitados.
Hay que decir que el novio, que tiene familia en Valladolid, celebró su despedida de soltero en Madrid, recorriendo con su grupo de amigos el triángulo de las discotecas de lujo de Colón. La novia prefirió Paris para ir con sus amigas, las mismas a las que su novio había invitado a dar un paseo por el espacio en su nave y donde dicen las malas lenguas que las pestañas postizas desafiaban la gravedad huérfana de los aleteos poderosos. Pelillos a la mar.
El caso es que los venecianos, que tienen un buen hartazgo por tener la ciudad robada por los turistas, preparan una agenda de sabotajes vía acuática y terrestre, que incluye hacerse con la tarta nupcial y repartirla en la Piazza Ducal, y esto ha obligado a ponerlo difícil y preparar el Arsenale, que queda lejos, para que los novios se den el 'sí, quiero'. En fin, que ya he hecho mi crónica rosa, más excitante que hablar de cómo se juega a la gallinita ciega desde La Moncloa y al escondite inglés entre el Parlamento y el Tribunal Constitucional. Bodas a mí.
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