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El presidente electo de EE UU, Donald Trump, saluda a su esposa, Melania, al llegar al Capitolio. Reuters
La primera dama

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Melania tiene un asco a su esposo mantecoso que ni quiere ni puede disimular

Sábado, 25 de enero 2025, 00:01

Me comí integra la retransmisión de los fastos presidenciales del país más determinante para mi vida y me propongo retransmitirles a ustedes mi periférica visión ... del espectáculo. Él caminaba como dicen que cabalgó el Cid Campeador cuando, ya muerto, se paseó para envalentonar a sus huestes. Su cuerpo grande enfundado en un abrigo azul marcaba con marcialidad y determinación sus gestos triunfadores, poniendo morritos y con un excesivo maquillaje color zanahoria. Su pelo, construido por algún arquitecto de la peluquería americana, a quien no arriendo la ganancia, tenía una volatilidad rubia, un oleaje de reinventado tupé, apuntalado con vaya usted a saber qué laca 'rompeatmósferas' que me mantuvo boquiabierta en los primeros planos que me devolvía la emisión.

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