Perder el alma
En declaraciones a una emisora de radio, Josep Borrell dijo que Europa había perdido su alma, refiriéndose a la postura de la política del continente ... frente al exterminio en Gaza. El entrevistador repreguntó: « ¿Qué más ha perdido Europa?». Y el político respondió con una nueva pregunta: «¿Le parece a usted poco perder el alma?». La voz del político resuena en mi cerebro. Es verdad que la ciencia no acaba de localizar en el cuerpo humano ese órgano invisible que regula la humanidad, pero en 1907 un médico llamado Duncan MacDougall afirmó que el alma pesaba 21 gramos. Naturalmente, no es una afirmación científica, menos aún cuando esa palabra posee un peso semántico que resulta tan útil como una navaja multiusos…
Caerse el alma a los pies, los ojos son espejo del alma… En la Biblia, perder el alma significa perder la vida espiritual y arrojarse a la degradación moral. En el arte, el alma encarna y posibilita la expresión de las emociones más profundas. En la filosofía aristotélica la contemplan como algo inseparable del cuerpo, pero reconozcamos que todos los ciudadanos de a pie sabemos lo que significa perder el alma y matizo con lo de a pie, porque no sé si los mandatarios actuales también han perdido su alma o se la han vendido al diablo.
En otros tiempos, cuando esto le sucedía a un hombre lo mandaban al médico, a la curandera, al sacerdote y ahora al psiquiatra. Europa va a tener que instalar un diván bajo el fuego de Gaza, o de Ucrania, y los europeos tendremos que releer las páginas de la historia para comprender que derrocamos imperios, hicimos revoluciones, nos masacramos en guerras para finalmente perder el alma en la tierra prometida.
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