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20 de noviembre

La erosión democrática de este mundo, que tiende a elegir o a aliarse con partidos extremos, produce un desconcierto que afecta a todos los países. ... Argentina vota hoy su definitiva elección de presidente con unas condiciones dramáticas: descalabro económico y complejo, crecimiento detenido desde 2008, pobreza estructural de tal nivel que quienes tienen empleo formal no pueden sobrevivir con el sueldo que perciben. La idea de que el país está degradado hasta límites desconocidos está en boca de todos los ciudadanos argentinos, que pregonan: «Llegamos a mañana de casualidad».

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Sin esperanza, los candidatos que han surgido no han venido de Marte, sino que han nacido del erial de incertidumbre que se sufre. Esta sensación no solo la tiene Sudamérica, sino que se extiende perversamente por el planeta. Hay 'Mileis' o 'Massas' repartidos por el mundo, camuflados de reformistas y falsa y cobardemente adjetivados como de extrema derecha o izquierda. Son trapecistas o magos, rodeados de gánsteres, pelín fracturados en su personalidad y en su peinado, que ponen en riesgo la democracia. Es el voto rebelde, el voto del que, desprovisto de armas de reflexión, aún cree en los peces de colores.

A pocas horas de los resultados, la incertidumbre es la única certeza que posee este país. La industria de la predicción de resultados, de las encuestas y de la opinión pública ha fracasado, pero cualquiera de los candidatos que triunfe tendrá que saber que no hay reforma sin poder. Hubo un día en que España dominó el mundo y otro en que Argentina fue su granero. La historia tiene la última palabra.

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