Milei y el viajero
Qué pensar de un individuo que se presenta a presidente empuñando una motosierra
Vuelve de un viaje de casi un mes alrededor del mundo. Regresa vestido de ignorancia, borracho por haberse bebido todos los rincones hermosos que encontró. ... Lleva tras las gafas de sol los ojos achicados por los amaneceres que le han regalado los distintos países, las islas, las sierras y los desfiladeros. A pie de escalerilla, da los primeros pasos sobre el territorio al que deberá reincorporarse.
En el taxi, los informativos de una emisora escupen la realidad: los atentados terroristas de Hamás, la respuesta ilimitada de Israel, Biden abrazando a Netanyahu el día de su visita, rogándole que deje supervivientes en su próxima incursión armada en Gaza, que abra el corredor humanitario y que no vuelva a bombardear un hospital. Se vuelve a su Casa Blanca, dice el noticiero, a esa mesa que él imagina con un mapa sobre el que juega a una especie de Risk.
El viajero no se atreve a preguntarle al taxista. Espera, a pesar de que esa profesión lo sabe casi todo; él necesita tiempo para digerir ese alimento infecto del que ha prescindido treinta días, mientras siente que está empezando a respirar mal. En la radio, y después de pasar por la guerra de Ucrania y la posibilidad de que Milei llegue a la presidencia argentina, se abre el bloque de noticias nacionales. La amnistía a Puigdemont, una incierta legislatura con más trampas de las que pueda imaginarse, las relaciones diplomáticas pantanosas y las hipótesis que sobrevuelan el silencio de Pedro Sánchez que, por lo visto, ha hecho promesa de silencio, aunque Zapatero opina con desparpajo.
Suspira. Se toca la pulsera que le trenzó aquella chica linda con la que compartió eternidad y casi puede sentir el olvido cuando recoge el recuerdo de su abrazo. Un editorial habla de la posible amenaza sobre aeropuertos y lugares emblemáticos del mundo. Mira por la ventanilla el paisaje industrial, que va dando paso a la ciudad. Reconoce sus calles, la casa de sus padres, el colegio al que fue. Apenas cinco minutos antes de llegar a su destino se siente mal por no haber intercambiado una palabra con el taxista que le devuelve a su hogar. Va a preguntarle por el tiempo, pero se arrepiente. Se incorpora en el asiento y le pregunta: «Perdone, ¿sabe usted quién es ese Milei del que hablan las noticias?». El taxista sonríe y dice que, como en el tango, el mundo está loco. «Yo, la verdad, no sé qué pensar de un individuo que empieza a proponerse para candidato a presidente de un país con una motosierra en la mano, pero usted sabe... el vivir tiene mucho misterio».
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