Hoy se votan por fin las presidenciales en EE UU. La gran gran mayoría de los famosos norteamericanos, actores, cantantes, gente como Meryl Streep, Madonna, ... George Clooney, Robert de Niro o Bruce Springsteen (con la excepción, creo, de Nicole Kidman y Sylvester Stallone) están contra Trump. Están asustados. Y lo han dicho en voz alta. Y lo han pregonado en las redes. Más que nunca. Gente que antes no se manifestaba lo ha hecho ahora. Gente de todos los sectores de la vida pública. 'Instagramers'. 'Influencers'. Jóvenes y viejos. Incluso líderes y célebres republicanos se han grabado a sí mismos para lanzar su mensaje contra Trump. Lo que en el fondo se va a votar hoy en USA es el 'sí' o 'no' a Trump. De hecho, podría decirse que Biden es lo de menos. Un pequeño detalle secundario. Y seguramente, él lo sabe bien. Por eso se limita a sonreír y saludar de ese modo tan norteamericano y poco más. Como si concentrara toda su atención en hacer y decir lo menos posible para reducir al máximo sus posibilidades de meter la pata (talento del que, al parecer, anda sobrado). Y, en fin, como si confiara plenamente en que baste con no hacer grandes gestos ni anunciar grandes cosas para alcanzar por fin la presidencia, su viejo sueño perseguido con tenacidad. Y probablemente lo consiga a sus 78 años (los cumple este mes).
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Pero aún no es seguro, claro. Lo sabremos mañana. Hace cuatro años, los sondeos, encuestas y apuestas pronosticaban que ganaría Hillary Clinton. Y mira. Recuerdo que, en los días siguientes, los comentaristas políticos y las mentes privilegiadas llenaron los periódicos explicando maravillosamente, a posteriori, lo que había ocurrido y la confluencia de factores decisivos que apenas unos días antes no habían previsto o no resultaban tan importantes.
Pero esta vez ha caído del cielo (o de donde sea) el coronavirus. Y yo tengo la teoría, discúlpenme, de que este virus está desenmascarando a los fascistas del mundo. Muchos analistas coinciden en señalar que sin la pandemia habría ganado Trump. Pero que su negacionismo y su mala gestión de los mensajes durante estos meses le han perjudicado mucho. Así que, aunque en estos momentos nadie se atreva a asegurarlo al cien por cien, todo el mundo piensa que Trump va a perder. Sus probabilidades de ganar son ínfimas. De todas formas, el fenómeno Trump, los motivos que lo alzaron, el trumpismo como síntoma social, trasciende por completo al personaje. Trasciende al payaso mediático que lo ha vehiculizado esta vez y permanece en el sustrato de la sociedad estadounidense como una enfermedad crónica. Y ojo, también muy contagiosa.
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