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El título parece más de la antigua sección de Clasificados que de Opinión. Pero es verdad. Cada vez hay menos roce entre las personas. Menos ... abrazos largos que expresan un 'ánimo' o un 'te quiero' mejor que mil palabras. Piénselo: ¿cuántos contactos físicos tuvo ayer? (no me entre en detalles que no soy Broncano). Quizá se reduzcan a una decena de apretones de manos…
El ser humano es cuerpo. No tanto y no solo como nos hacen creer. Pero nos realizamos a través del cuerpo. Son conocidos los experimentos con bebés siglos atrás, en los que estos eran perfectamente alimentados o atendidos, pero sin ningún contacto emocional: la mayoría murieron. En cambio, el pequeño de mi casa no avanza dos pasos y alguien ya le ha aplastado el morro en la mejilla o lo ha estrujado con gusto. Ya hasta nos esquiva. Creo que tenemos intrínseca la inclinación a achuchar bebés porque realmente lo necesitan para su desarrollo. Y nosotros, de adultos, para nuestra felicidad.
Además, si realmente esos gestos expresan un perdón o un te quiero, deberían abundar más en familia. Pero creo que damos menos abrazos en casa que a terceros. Es curioso que ofrezcamos nuestra mejor versión allende el hogar: no perdemos la paciencia con alguien en el trabajo por el miedo a ser juzgado, pero no nos contenemos con los nuestros, por saber que, en casa, aunque seamos juzgamos, no seremos condenados.
Es algo paradójico que en una sociedad con una liberación sexual tan aceptada, en la que cualquier interacción puede acabar en una relación física, no proliferen otros gestos de cercanía menos comprometidos. ¿O acaso se piensa que es más comprometido un buen abrazo o un beso que cualquier otra cosa? Quizá.
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