Este es el camino
Los acuerdos alcanzados en la Mesa de Diálogo Social entre el Gobierno vasco, Confebask y los sindicatos CC OO y UGT son una muestra de ... sentido común y un buen resumen de lo que debemos hacer para asegurar nuestro futuro. Lo cual, lamentablemente, no es garantía de que vayan a fructificar. Obviamente, los firmantes tienen en su mano una buena parte de los resortes que son necesarios activar y cuentan con el apoyo indisimulado del Gobierno vasco que, a pesar de lo que aseguran ELA y LAB, no se pone del lado de los empresarios y en contra de los trabajadores, sino del lado de la cordura y la sensatez y a favor de todos. Pero la ausencia de estos dos sindicatos que cuentan con una presencia decisiva en la mayoría de las empresas vascas constituye un grave problema muy difícil de solucionar. Cuando alguien asegura que su norte es la confrontación y no el diálogo convierte el acuerdo en un imposible. ¿Es lógico sentar nuestro futuro sobre la confrontación? ¿Es razonable eliminar, de inicio, el diálogo? No lo es y lo pagaremos. Es más, lo pagamos ya en forma de menor creación de empresas, de menores inversiones y de menos puestos de trabajo.
Vivimos tiempos de crisis e incertidumbre y hay que vivirlos en medio de una drástica revolución tecnológica. Los datos de mercado laboral se debilitan mes a mes, así que es tiempo de ponerse en serio a pensar en el futuro. Es lo que pretende el acuerdo firmado ayer y por eso es tan importante. Los datos de enero nos muestra la debilidad creciente de la creación de empleo y el preocupante aumento del paro en los sectores más débiles. La tendencia es mala y el futuro es arriesgado.
Por eso son claves las apuestas por la formación. En el nuevo mundo de la economía (no sólo de la industria) 4.0 sobran muchos puestos tradicionales y faltan muchos empleos adaptados a sus exigencias. Nuevos empleos con nuevas exigencias demandan nuevas personas mejor formadas y más orientadas a satisfacerlas. En el País Vasco tenemos uno de los mejores sistemas de Formación Profesional de toda Europa, como ha sido reconocido por la Comisión Europea que lo pone como ejemplo a seguir. Apoyarla, extenderla, dotarla de más medios primero, para aprovechar sus frutos después, es la gran apuesta del acuerdo y la postura más sensata. No todos podrán seguir el ritmo de la transición, pero todos debemos esforzarnos para no quedarnos atrás. Y al que se esfuerce y no llegue -por ese orden- habrá que ayudarle.
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