Ataduras
Los hombres y mujeres de esta época no sabemos vivir sin ataduras, sin lazos, sin obligaciones
Como ha llegado el verano y asoman ya las vacaciones, es conveniente tener cerca de la mano un buen libro, unas cuantas páginas que te ... ayuden a vencer la canícula y te despierten por dentro. Acabo de leer una magnífica novela que te toca las entrañas. Su autor es el escritor italiano Domenico Starnone, la novela se titula 'Ataduras' y acaba de llegar a las librerías españolas. 'Ataduras' es una novela sobre el matrimonio y sobre las crisis que siempre invaden cualquier matrimonio que se precie. Yo diría que es un 'thriller' matrimonial. Aquí se cuenta la historia de Vanda y Aldo, un hombre y una mujer que se casan y tienen dos hijos. Un buen día, el hombre, Aldo, se enamora de otra mujer más joven, llamada Lidia, y abandona a su esposa. Abandona a su mujer, Vanda, y a sus dos hijos, Sandro y Anna. Esta historia creo que es común a millones de familias del mundo occidental. Como en la vida misma, acaba siendo una historia de culpas, remordimientos y dilatadas venganzas. Aldo, al cabo de unos cuantos años, regresa a la vida matrimonial con Vanda y sus hijos. No estoy haciendo un 'spoiler', porque esta novela está llena de sorpresas y de abismos morales y de situaciones inesperadas, y una de esas grandes sorpresas es el final. Domenico Starnone consigue narrar todos estos avatares con endiablada habilidad y con una elevación literaria que conmociona. La novela arranca con una carta de Vanda a su marido donde le dice nada menos que esto: «Por si se te ha olvidado, muy señor mío, ya te lo recuerdo yo: soy tu mujer. Sé que esto solía gustarte y ahora, de repente, te fastidia. Sé que finges que no existo porque no quieres quedar mal con esa gente tan culta con la que te codeas». Menudo reproche, pero es real. Palabras así se oyen en la realidad de las vidas, la gente dice cosas así. Este libro de Starnone está lleno de fulgurantes sentencias sobre el matrimonio y los amores gastados. El novelista atribuye al matrimonio una fuerza gravitatoria casi de carácter maligno. Aldo no tenía que haber vuelto con su mujer, se dice el lector, pero también el lector comprende la decisión de Aldo. Están los hijos y la perseverancia de Vanda de recordarle que es su esposa, y que da igual todo cuanto ocurra, pues el hecho de ser su esposa es un suceso permanente e inamovible. Vanda es una mujer de convicciones y también de oscuros e involuntarios rencores. Porque el rencor y el odio a veces son involuntarios. Verán la felicidad alejarse de sus vidas y se acostumbrarán. Pero mantendrán el vínculo matrimonial. Starnone nos recuerda que los hombres y mujeres de esta época no sabemos vivir sin ataduras, sin lazos, sin obligaciones. Lo que nos liga a otros seres a menudo son convenciones que solo ocurren en nuestra cabeza. Puede que la libertad sea imposible. Los seres humanos somos fundadores de nidos, de ataduras. Y, sin ataduras, la vida nos resulta demasiado peligrosa.
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