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¿Quién los aprobará?

¿Quién los aprobará?

Las Cuentas presentadas ayer son aceptables en los ingresos, decepcionantes en los gastos y buenas en el saldo

Ignacio Marco-Gardoqui

Jueves, 1 de enero 1970

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No es nada sencillo, y mucho menos justo, condensar en 32 líneas un juicio global sobre algo tan complejo y prolijo como son unos Presupuestos. Pero bueno, con esas limitaciones, diría que las Cuentas presentadas ayer por el Gobierno vasco son aceptables en los ingresos, decepcionantes en los gastos y buenos en el saldo. En primer lugar, los ingresos baten récords históricos, lo que es más mérito del conjunto de la ciudadanía que de quienes se limitan a fijar los tipos y «extraer» recursos del sistema.

Antes de que nadie se enfade demasiado habría que decir que, obviamente, el sector público también crea riqueza y empleo. La conjunción de unos tipos impositivos relevantes (Ahora Podemos empuja al PSOE para copiarlos en Madrid, aunque no se atreve a superarlos) con un momento favorable del ciclo económico hace que la recaudación haya dejado de ser un problema. Hace años que dedicamos más tiempo a debatir sobre su reparto, entre las distintas esferas de la Administración pública, que sobre su monto global.

La vertiente de los gastos me parece decepcionante porque no se hacen esfuerzos apreciables para racionalizarlos, para evitar duplicidades ni por analizar su coste en relación con su beneficio. Un comportamiento que la generalidad de su uso en las distintas esferas de la Administración no consigue ocultar su influjo negativo. En cambio, la institución autonómica ha sido un ejemplo en materia de ortodoxia presupuestaria, en el cuidado de sus saldos. Tampoco es que hayamos ahorrado demasiado en tiempos de bonanza, para poder afrontar los tiempos de penuria cuando lleguen, que llegarán y quizás ya asoman por el horizonte...; pero, si comparamos la actitud del Gobierno de Urkullu con el italiano de los Conte, Salvini y di Maio, a quien la Comisión Europea rechazó ayer mismo su proyecto porque no reduce la abultadísima ratio de deuda/PIB, pues debemos convenir que esto es mucho más sano y prudente.

Nos queda el laborioso problema de su aprobación. El PNV no querrá, digo yo, embadurnarse más en un revolcón con EH Bildu cuando ya se tiznó en el abrazo que se dieron con la propuesta de nuevo Estatuto. Ya sabe, la fiesta con quien mejor baila, pero las cosas de comer, con quien aporta más cantidad de comida. A Pablo Iglesias no le dejarán hacerlo sus socios locales y ¿el PP?.

Este se debate entre el resquemor provocado por lo que consideran una traición manifiesta (de apoyar a Mariano Rajoy a tumbarle y apoyar a Pedro Sánchez, todo ello en el suspiro de la moción de censura), su preocupación por la deriva soberanista, que al PSOE parece no incomodarle, y su ausencia de discrepancias graves con el contenido de la propuesta. Como sucede en la Administración central, cabe preguntarse ¿Quién los aprobará? ¿Vamos a la prórroga? Eso parece.

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