ADVIENTO HURACANADO

Poco antes, en Gallarta, el viento hizo volar una gran carpa que se preparaba en la plaza Euzko Gudariak para la celebración de un mercado navideño. Alguien grabó el suceso. La carpa se eleva hasta con elegancia. Como si mostrase una repentina ambición aeroestática. O como si se dijese: «Aquí va el primer mercado volador de Euskadi». Lo ocurrido no les haría tanta gracia a los vecinos del edificio contra los que la instalación fue a chocar. Suerte que ninguno estaba asomado al balcón. Eso mismo, la suerte, ayudó a que durante la mañana los árboles vencidos, las fachadas despiezadas y las vallas tumbadas no causasen daños personales irreparables. También, imagino, las advertencias. Me encanta a ese respecto el estilo que creo irle detectando al Ayuntamiento de San Sebastián a la hora de recordar que lugares como el Paseo Nuevo o el Kursaal se cierran al paso cuando hay temporal. Están tan enfadados que parecen a punto de anunciar que se procederá a romperle las piernas al pedazo de idiota que se salte las puñeteras vallas para hacer fotos.

En mi opinión, ese es el estilo. Más comedidos, los Bomberos de Bilbao recomendaban ayer mucha precaución al pasar junto a zonas arboladas, muros, andamios... Y edificios. El bilbaíno respetuoso con la autoridad ignífuga se hacía entonces una pregunta imposible: ¿dónde puede andarse por la ciudad sin tener cerca un edificio y no estando en una zona arbolada?

Ya que se estila la literatura del yo, les diré que ayer leer el periódico por la calle era complicado y contraproducente. También vi que los ciclistas tenían problemas. Pienso ahora que lo realmente ambicioso habría sido hacer las dos cosas a la vez: leer el periódico andando en bicicleta a través del huracán. Cómo pasan las oportunidades frente a uno en la vida, de verdad.