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Lecturas

Sergio del Molino y la novela generacional

El escritor madrileño formado en Zaragoza rinde en ‘La mirada de los peces’ un homenaje a un personaje real: un profesor de Filosofía que le inculcó sus valores

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Viernes, 1 de septiembre 2017

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La narrativa española actual es de lo más variopinta. Por suerte, no se puede decir que haya una corriente que se imponga de manera mayoritaria ni en la temática ni en el estilo. Existen, sí, ciertas tendencias, ciertas coincidencias y ciertos esbozos de grupo que de momento no llegan a marcar escuela. Están los revisitadores del tema de la Guerra Civil, que no ofrecen cohesión como grupo ya que su nómina es intergeneracional e interestilística. Están los que abordan la cuestión de la crisis y también los que coinciden en lo que se ha dado llamar el ‘western hispánico’. Están los distópicos, que en algunos casos pertenecen a las dos últimas familias citadas. Y puede detectarse en los últimos tiempos una llamativa pero aún naciente tendencia a la ‘novela generacional’ en obras como ‘Tierra de campos’ de David Trueba, ‘Los cinco y yo’ de Antonio Orejudo o ‘Literatura Universal’ de Sabino Méndez, autores que nacieron en 1969, 1963 y 1961 respectivamente. Es en esta última tendencia en la que se inscribe ‘La mirada de los peces’ de Sergio del Molino, pese a que se trate de un escritor más joven que los citados y pese a que esta novela se centre en la figura de Antonio Aramayona, un personaje real que fue profesor de Filosofía del autor durante su adolescencia zaragozana y que tenía 68 años cuando decidió poner fin a su vida, en 2016. Precisamente porque Aramayona era un hombre 31 años mayor que Sergio del Molino, puede considerarse esta una novela generacional: porque lo que en realidad cuenta es la relación de veneración y de afecto que el propio novelista y los antiguos compañeros de instituto de este tuvieron con aquel hombre peculiar y genuino que supo ser un ‘profesor diferente’ e inculcar en ellos unos valores que marcan sus vidas adultas.

‘La mirada de los peces’ es una novela biográfica de ese ‘profe enrollao’ y sobre todo del propio novelista, que habla en todo momento en una primera persona y que describe a su maestro con una pierna amputada desde hace varias décadas, que sustituía por una pieza ortopédica en la época en que le daba clases y que le terminaría condenando a una silla de ruedas con el paso del tiempo y con una larga lista de fatales quebrantos en su salud. A ese triste cuadro clínico se añaden unas «camisas como compradas al peso» o «su pelo teñido de un negro oscuro». Y, sin embargo, pese a todas esas calamidades estéticas que le alejaban de un Robert Redford, Aramayona era un auténtico seductor. Es esto lo que puede deducir el lector y lo que este puede lamentar que no diga el propio Sergio del Molino, que en todo momento sucumbe al hechizo de esa personalidad sin saber sustraerse de ella en un discurso literario que la desenmascare en las fisuras propias de todo ser humano.

No es en la fascinación del adolescente en lo que reside la limitación de esta novela sino en la del novelista; en esa entrega acrítica a la ‘persona’ que va en detrimento del ‘personaje’ y del fin sustancial de un género que es antitético de la hagiografía y de la beatificación. Hay un excelente retrato que el libro traza de Aramayona en su guarida y que apunta hacia esa imprescindible ‘humanización novelesca’ del personaje: «Me gustaba la casa de Antonio, donde vivía solo, doblemente divorciado, con sus libros, sus discos y sus películas de vídeo. Sobrio y barroco a la vez, con esa adición a la quincalla que tienen quienes se sienten fuera de sitio y necesitan rodearse de baratijas con significado». En esas líneas, el acólito deja paso al ‘despiadado’ escritor que usa términos realistas como ‘baratijas’ o ‘quincalla’. Pero, curiosamente, ese es uno de los momentos de la novela en los que el lector mejor puede comprender al muchacho y conmoverse ante el papel luminoso que juega ese hombre para los chicos de un barrio modesto de Zaragoza. En contraposición al acierto literario y al valor humano de escenas como esa, están aquéllas en las que se le sigue a Aramayona o, mejor dicho, en la que sus discípulos le siguen cuando prepara el ceremonial de su eutanasia, actúa para un documental o comparece impartiendo doctrina.

Pese a ser una novela fuertemente ideologizada, ‘La mirada de los peces’ tiene instantes mágicos y de verdadera honestidad que van más lejos de la izquierda o de la derecha. Hay en estas páginas un canto universal al maestro que merece atención porque repara en el hecho de que esa es una figura esencial en la formación de los individuos y de que esa formación no es solo académica sino también ética.

La mirada de los peces

  • Autor: Sergio del Molino. Novela.

  • Ed.: Literatura Random H. 214 págs. Barcelona, 2017.

  • Precio: 17,90 euros

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