A los pies de Agnès Varda

Afortunadamente, Donosti apuesta por premiar toda profesión de cine, abriéndose a una mayor difusión de la cultura. Aplaudir en estos momentos la filmografía de una de las máximas exponentes del cine documental, con destellos de experimentación, que no reniega de ningún formato y ensalza el punto de vista femenino, es una buena noticia. Esencial para entender la Nouvelle Vague francesa, para muchos su germen, Varda empezó su sugestiva andadura en 1954 con su ópera prima ‘La pointe Courte’. Hace unos meses presentaba su último trabajo, ‘Caras y lugares’, mano a mano con el fotógrafo JR. Ambos firman una obra que fue alabada por la crítica internacional a su paso por Cannes. Juntos emprenden un viaje por Francia para conocer diferentes visiones del país a través de sus gentes, abandonando la ciudad y visitando zonas rurales. La directora tocó el tema en una de sus piezas más celebradas, ‘Los espigadores y la espigadora’ (2000), que tuvo una segunda parte dos años después.

Varda, de ideología siempre a la izquierda, obsesionada con filmar las diferentes realidades sociales, recibió el León de Oro en Venecia por ‘Sin techo ni ley’ en 1985. En los últimos tiempos le llueven los homenajes. Tuvo el reconocimiento a toda una vida de la Academia de Cine Europeo en 2014 y la Palma de Oro honorífica en 2015, convirtiéndose en la única mujer en recibir el galardón.

Agnès Varda es historia del cine. También amante del teatro, estuvo unida a Jacques Demy hasta su muerte. Le homenajeó un año después de su fallecimiento en ‘Jacquot de Nantes’ (1991), radiografiando la infancia del cineasta. La creatividad es fundamental a la hora de afrontar una obra audiovisual en la filosofía de la homenajeada, de ahí que no haya el menor atisbo de duda sobre todo galardón que se suma a su currículum. Obstinada con la experimentación, trabajadora incansable y defensora del documental frente a la ficción como otra opción igualmente válida a la hora de transmitir sensaciones, la autora de ‘Cleo de 5 a 7’ merece ser considerada una artista visual completa.

Fue la fotógrafa oficial del Teatro Nacional Popular de París en sus comienzos y ha realizado instalaciones y exposiciones. Solamente hace ascos a la publicidad. Tiene las ideas muy claras: «Mi lucha siempre ha sido la de acercarme a una forma distinta de hacer cine, no la de sobrevivir en un mundo de hombres. Mi objetivo ha sido el hacer buen cine y, después, el ser feminista y cuestionarme lo que ocurre en el mundo desde un punto de vista femenino». Chapeau.