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El psiquiatra Juan José Martínez Jambrina. MARIETA AVI
«La genialidad está en la capacidad trabajo»

«La genialidad está en la capacidad trabajo»

El psiquiatra Juan José Martínez Jambrina asegura que el esfuerzo y el tesón impulsan el talento, que «tiene más de aprendido que de innato»

LUISA IDOATE

Sábado, 7 de octubre 2017

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El genio se hace. La creatividad se aprende. El talento se desarrolla y fomenta. Lo afirma el psiquiatra Juan José Martínez Jambrina (León, 1964). «En esta vida uno puede adiestrarse hasta en la genialidad. El talento tiene más de aprendido que de innato; puedes llegar a tenerlo en cualquier cosa con el entrenamiento y la constancia adecuados». Respecto a privilegios, el especialista es tajante: «Nadie nace siendo un genio. Se nace siendo muy pocas cosas. Se nace con predisposiciones que, según el ambiente y el aprendizaje, se desarrollan más o menos. La genialidad está en la capacidad de trabajo».

Derrumba el estereotipo del artista que en un arrebato crea la obra maestra. «Hay talentos como Beethoven y Dostoievski que han hecho del tesón la base de su éxito». Mozart despuntó como virtuoso desde niño, acepta, «pero su padre tenía en casa todo tipo de instrumentos musicales y lo entrenó desde los tres años». Recuerda el caso de Rita Levy Montalcini (Turín, 1909-Roma, 2012), neurobióloga y Nobel de Medicina en 1986. «Siempre insistió en que la mayor parte de sus éxitos se los debía a su gran capacidad para esforzarse y no a la genialidad. Todos los tipos geniales son antes que nada grandes trabajadores. El nihilismo, la indolencia, son contrarios al genio».

Querer es poder

Está de acuerdo con las 10.000 horas de entrenamiento que, según Malcom Gladwell (Fareham, Canadá, 1963), permiten ser un talento en cualquier especialidad. Sociólogo y periodista de ‘The Washington Post’ y ‘The New Yorker’, asegura que estar en la cima absoluta de cualquier profesión imposibilita el trabajar 40 horas semanales y dedicar tiempo a la familia, como quien ficha de nueve a cinco. «Ser realmente bueno va a implicar sacrificios», adelanta, y «gestionarlos de forma inteligente» es uno de los mayores desafíos en la búsqueda del éxito.

¿En qué quedan los talentos de Leonardo, Van Gogh, Miguel Ángel, Picasso? «En una brutal dedicación a sus actividades y en que, en ciertos momentos de sus vidas, tuvieron alguna producción cognitiva que asombró e hizo cambiar al mundo». Hay dos genialidades distintas, apostilla. La científica, encaminada al descubrimiento de paradigmas, «comienza en la edad adulta, es más perecedera, se asienta en personalidades equilibradas y se vincula al esfuerzo y a la tenacidad». La artística «arranca en la adolescencia, está más vinculada a la inspiración e improvisación y tiene un fuerte componente narcisista y creadores más propensos al trastorno mental». Ambas, defiende, «son hijas del trabajo». En los casos de Leonardo y Miguel Ángel, artista y científico se fusionan, porque entonces las artes son una variedad de la ciencia. En el siglo XVIII, se separan. «Picasso y Van Gogh son genios sin saber casi nada de ciencias, y Einstein es un genio científico sin apenas conocimientos de humanidades».

Hay más genios maduros que precoces. «Hay creadores tardíos por encima de los 60 años –como El Greco, Goya y Thomas Mann–, que producen más obras maestras de madurez y menos de precocidad. Por término medio, lo mejor de los genios surge entre los 20 y los 45 años». En disciplinas de largo aprendizaje –como la música–, hay un gran porcentaje de niños prodigio, admite. «Pero lo mejor de esos niños prodigio musicales llega con la edad adulta. Nadie nace genio». Ningún talento vive de las rentas, «lo que casi contradice el concepto de ‘tipo genial’». Quién más habilidades sociales tiene, más aprovecha su éxito. Y quien trabaja insistentemente su creatividad desbanca a quien no la cultive, aunque tenga mejores ‘cartas’ de salida. «Esto es totalmente cierto, en lo científico y en lo artístico».

Brillantes adictos

¿Ingredientes indispensables? «Es necesario un coeficiente intelectual (CI) mínimo para cualquier genialidad. Son básicas la educación, el aprendizaje, la instrucción». Luego, explica, hay cualidades como el inconformismo, la independencia, la resiliencia. «En las artes, el pensamiento imaginativo es clave». Hay otros factores que cercenan la creatividad, como «la indolencia, el querer aprender por encima de lo que el CI permite y las enfermedades mentales».

«Los sabios aprenden muy bien y son valorados como docentes pero no son genios»

«Escribe borracho, corrige sobrio». La frase se atribuye a Ernest Hemingway (Oak Park, 1899-Ketchum, 1961) y se aplica a muchos escritores. Para Martínez Jambrina, copas y creatividad no se amigan. «El alcohol está muy vinculado a las depresiones y a la necesidad de escribir ‘desdoblado’, digamos. Es muy difícil crear bebido». Lo ve como «un estereotipo muy vinculado a los poetas y azuzado por la experiencia personal de Baudelaire. Es un tema que da para mucho». En la creación artística se usan sobre todo drogas estimulantes, como tabaco, cocaína y anfetaminas, apunta.

Cesare Lombroso (Verona, 1835-Turín, 1909) asoció a inventores y artistas con problemas neurológicos y psiquiátricos. Vio la epilepsia como inevitable peaje de la genialidad. ¿Su teoría se sostiene hoy? «Los estudios lo muestran. Trabajos recientes así lo indican. No es tanto un peaje como una forma de compensación de los daños causados por problemas habidos en la infancia o en la adolescencia». Lo que no significa vincular patología psiquiátrica y genialidad. «Crean a pesar de ella y no por ella. La creación artística arroja un porcentaje alto de trastornos bipolares, suicidios y consumo de tóxicos, sobre todo, entre poetas y pintores. La estadística es algo menor entre novelistas y escultores».

A Van Gogh le adjudican talento por su psicosis; con esquizofrenia, John Nash logró el Nobel de Economía por trabajos hechos con 25 años… ¿Hay base científica para estas etiquetas? «Van Gogh no siempre estuvo psicótico. Su epilepsia le machacó tanto como sus penurias sentimentales y económicas. Con una psicosis se puede crear en el arte, no en la ciencia». La memoria prodigiosa encaja con los superdotados y no con los genios, que no siempre tienen un CI muy alto, puntualiza. «Nash creó hasta que estalló la enfermedad». Caso aparte son los ‘savants’, a quienes tachan de genios, habilidosos extremos y hasta autistas. «Hay que diferenciar», dice Martinez Jambrina. Los sabios aprenden y comunican muy bien y son valorados como docentes, pero no son genios porque no producen nada nuevo. Al genio lo caracteriza la creación, la invención, el cambio de paradigma. «Genios autistas ‘sensu estricto’ hay muchos menos de los que se dice. Habría que hablar de superdotados con un CI muy alto, que no suelen crear, aunque al exhibir su poderío para el aprendizaje, logran asombrar».

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