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Iñaki Alberdi.
El viaje de una vida

El viaje de una vida

Iñaki Alberdi publica 'Sensations', un CD con obras de Albéniz, Turina, Halffter, Soler, Cabezón, Erkoreka y Piazzolla transcritas para acordeón

César Coca

Viernes, 2 de diciembre 2016, 16:31

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Algunos discos son escaparates, muestras del nivel de virtuosismo al que ha llegado el intérprete. Otros tienen la estructura de un recital y reproducen lo más fielmente posible el programa de una función ante el público. Los hay que son el recorrido de una vida porque repasan las obras con las que el artista ha peleado y disfrutado, con las que ha aprendido y las que ha interiorizado. En definitiva, las que están unidas de forma inseparable a su propia biografía. Ese es el caso de 'Sensations' (sello Ibs Classical), el álbum del acordeonista Iñaki Alberdi que ve la luz estos días.

El CD contiene obras de Albéniz, Turina, Halffter, Soler, Cabezón, Erkoreka y Piazzolla. Es decir, piezas escritas con 250 años de diferencia. «Quería presentar distintas miradas del ámbito de la transcripción para acordeón», explica Alberdi. En origen, las piezas incluidas fueron escritas para instrumentos como el piano, el órgano, el armonium, el clave y el bandoneón. «Tenía la necesidad de contar que, más allá de los estrenos de piezas contemporáneas, que es en lo que más trabajo, también hago estas cosas».

No extraña, por tanto, que el disco se haya conformado con transcripciones realizadas por el propio Alberdi a lo largo de veinte años. «Primero fue Albéniz, Piazzolla empecé a trabajarlo hace una década y el de Turina ha sido el último arreglo», detalla. El punto de origen fue un premio: el de Juventudes Musicales que ganó en 1996. A partir de ahí, «empecé a dar muchos conciertos, fueron llamándome para tocar en sitios nuevos y se fueron ensanchando los programas de mis actuaciones. Estas piezas son el viaje de mi vida y las he grabado cuando me he sentido capaz», asegura.

Un sonido inesperado

En algunos casos, parece haber una distancia insalvable entre el sonido generado por el instrumento para el que fueron originalmente escritas, y el que surge del acordeón. Pasa con ese piano que imita a la guitarra o a las castañuelas. «Es así. Al principio yo no veía la 'Suite Española' de Albéniz tocada al acordeón. Pero cuando escuché la versión orquestal de Frühbeck de Burgos tuve la respuesta. Debía ir al canto de las cuerdas, cosa que no veía en el piano». El resultado es una hermosa versión de 'Aragón', que abre el disco. Con Piazzolla, que lo cierra, la cuestión es diferente. «Se trata de tocar con una gran libertad, que la melodía flote, con improvisaciones pero con respeto».

Esta inmersión del acordeón en el mundo de la música clásica puede extrañar a quienes lo ven mucho más próximo a la popular, a la alegría de las fiestas en la calle y la melancolía de las tabernas portuarias. «Mucha gente me ha dicho, tras un concierto, que pensaba que el acordeón no sonaba así. En el fondo, este instrumento está más cerca de un armonium que de una trikitixa», sostiene el músico guipuzcoano. «Lo que necesitamos es tiempo para que evolucione frente al público, como ha pasado con otros instrumentos en anteriores etapas históricas».

Esa evolución seguirá apoyándose en obras contemporáneas escritas expresamente para el acordeón y en transcripciones como las de este disco. Una posibilidad, la de la transcripción, que no tiene límite. «Incluso las hay ya para pequeña orquesta y armonium de las sinfonías de Mahler... que se suelen tocar con acordeón. Antes se decía que no se podía arreglar a Satie, o algunas piezas para órgano, y se ha hecho». Otra cosa es que en muchos casos no se pueda hablar de arreglos sino de reconstrucciones, casi de una coautoría de la pieza.

Salvo 'Cuatro diferencias sobre un tiento de Antonio de Cabezón' de Erkoreka que en el CD va a continuación del referido 'tiento', se trata de primeras grabaciones. Y esta sensación de 'estreno', explica Alberdi, le ha ayudado a volver a sus «orígenes de músico de formación clásica, algo muy reconfortante». El mismo proceso de la grabación, que se prolongó durante tres días en sesiones de más de diez horas, ha sido en sí mismo otro viaje. El derivado de tocar, a continuación escuchar el registro, y repetir la pieza incorporando sensaciones nuevas, explorando caminos diferentes en busca de un resultado más estimulante. «Eso me ha enriquecido mucho como músico. Creo que en ninguno de mis discos anteriores había sucedido en esa medida». Sensaciones de una vida, con el sonido profundo del acordeón.

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