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Joaquín Sabina.
El arte de Sabina

El arte de Sabina

El Flaco de Úbeda lanza una colección de 'lyric vídeos'; uno por cada tema de su nuevo álbum, 'Lo niego todo'. Oportunidad perfecta para repasarlos todos

Eider Burgos

Miércoles, 27 de junio 2018, 22:01

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Joaquín Sabina (Úbeda, 1949) ha vuelto con ganas tras ocho años de silencio discográfico. Azuzado por el espíritu «más joven» de Leiva (ex mitad de Pereza, que ha producido el disco), lanzó el mes pasado 'Lo niego todo', un álbum de single homónimo en el que el canalla niega ser nada eso y repasa con nostalgia -para él y para sus seguidores- cuatro décadas de «polvos», «lodos» y versos.

Aunque su poesía no se quede corta, esta vez acompaña el contenido con un bonito continente. El pasado 10 de marzo publicaba una colección de 'lyric vídeos' (vídeos con la letra de las canciones) que, de la mano de una decena de artistas, hacen buena justicia de los temas del Flaco. Una oportunidad perfecta para repasar una a una las doce nuevas canciones del de Úbeda, que en este disco incide más que nunca en el paso del tiempo y en la huella de su propio personaje.

En mayo iniciará la gira, aunque aún habrá que esperar un mes más para poder verlo en España. Úbeda, la ciudad natal del artista, será la primera parada; en el norte, hará doblete en Bilbao el 7 y el 8 de octubre en el BEC. Hasta entonces, quedan sus letras:

Quien más, quien menos

Sabina arranca a paso lento, echando la vista atrás, un gesto que repetirá en no pocas ocasiones. Americano, polvoriento, arañando la guitarra, se regocija con este tema en los errores del pasado, si es que algún día lo fueron: «Quien más, quien menos / tiró una vez la casa por la ventana, / se tatuó en las sienes una diana / probó un veneno», sopesa. Uno de esos errores que le costó «500 noches baratas», que le salieron «caras» y que hubieron de acompañar a otros 19 días.

Es esta la única canción para la que aún no se ha elaborado ningún visual. Puede que el Flaco tenga reservado algo especial para esta balada de regusto yanqui con la que hacer honor a los fantasmas del pasado.

No tan deprisa

Sacudida la melancolía y con mucha más vida arranca 'No tan deprisa'. Como buen homenaje a J. J. Cale -para Sabina primero están las musas y luego está el músico de Tulsa-, tiene un aire blusero y pegadizo que bien se le puede atribuir a la producción con Leiva. El vídeo -en 'slow-motion' pero al mismo tiempo ligero- refleja la canción de una forma literal, plagado de símbolos del artista: del eterno bombín a las camisetas de rayas, pasando por el carmín de sus amantes.

Lo niego todo

«Ni ángel con alas negras / Ni profeta del vicio». Tampoco el «rey de los suburbios» ni «el Dylan español». Primer single del álbum al que da nombre, con 'Lo niego todo' Sabina se descuelga los cientos de etiquetas que le han colocado con los años. Etiquetas que, no nos engañemos, él mismo ha retroalimentado con sus aires de canalla. 'Lo niego todo' está impregnada de un aire de nostalgia que, junto a este vídeo en blanco y negro lleno de señas a 40 años sobre los escenarios (cameo incluido de su hija, de Leiva, de la actriz Macarena García), se convirtió en el ideal retorno del artista tras ocho años de silencio discográfico.

Postdata

«Ni tú eras para tanto / Ni yo soy para ti», canta Sabina en este tema con sabor a ranchera. Ni siquiera le falta el homenaje a su querida Chavela: «No es que esté triste, carajo, es que me acuerdo», grita, con la voz rota de la dama del poncho rojo. Vuelven aquí esas antítesis tan suyas, del querer pero no, del «cuando te haya olvidado / aún te echaré de menos». Esta canción que bebe (tequila) de México bien se ilustra en unos esqueletos en honor a la Santa Muerte. Esa que encarna una 'femme fatale' que juega a los dados con los hombres que le hacen cola, aunque ella en esta ocasión acabe con... otra.

Lágrimas de mármol

Las lágrimas que antes eran de plástico azul ahora son de mármol. Es este uno de los temas que mejor condensan el espíritu del disco, on el que vuelve al leitmotiv del paso del tiempo. Al son frenético del Madrid de sus amores, Sabina revive enfermedades -«Dejé de hacerle selfies a mi ombligo, / cuando el ictus lanzó su globo sonda», recita, recordando el que sufrió en 2001- y recuerda viejas juergas a las que ya no se apunta -«Con la imaginación, cuando se atreve, / sigo mordiendo manzanas amargas»-. Tampoco importa, porque es un «superviviente, sí, ¡maldita sea!», suficiente para volver la vista al frente con la frente muy alta -y la lengua muy larga-. Porque «el futuro es cada vez más breve / y la resaca, larga».

Leningrado

Los detalles de 'Leningrado' son tan certeros que uno duda hasta qué punto recurre Sabina a la ficción y hasta qué punto a la autobiografía. La historia de una noche de pasión en «una sórdida pensión» de la capital de la antigua Unión Soviética -«tú con boina, yo con barba, viva el Che»- y el reecuentro décadas después, con la vida hecha y la pasión reducida a cenizas. El vídeo, al estilo de la propaganda comunista de aquellos años y aquel país, revive aquel encuentro, «aquella noche loca», en la que «balbuceamos cursiladas todo a cien / y rodamos descosiéndonos la boca».

Canción de primavera

«Conseguí llegar viejo verde / Mendigando amor», canta el Sabina canalla a la llegada de la primavera; en el mes de abril, su favorito. «¿Qué esperabas de un pendejo como yo?». Balada sencilla y sencillo vídeo que perfectamente encajan con la estampa de una tarde apacible en un rancho... en la que, si no se presta atención, pasaremos por alto el tema recurrente del paso del tiempo: «Otoñales van mis años / Por el río Guadalquivir / Maquillando el ceño huraño / De Madrid».

Sin pena ni gloria

«Cuando el presente agoniza / con infame pedigrí / y al pasado el porvenir lo mira con ojeriza», al son de unas guitarras para afrontar el peso de los años. El vídeo de 'Sin pena ni gloria' recurre a cortes de 'Lo niego todo', reflejados en paredes agrietadas; en los huecos, relojes que corren más de lo que debieran. «León atado a una noria / Valiente a toro pasado / fugitivo enamorado / feliz sin pena ni gloria».

Las noches de domingo acaban mal

Rock and roll para las noches de domingo, sobre todo si acaban mal. Y en especial si son como las del vídeo de arriba, que se asemejan a la de 'Resacón en Las Vegas'. Para esos lunes «que duran todo el año», esos miércoles, «húmedos y extraños»; en sustitución de los viernes en los que solo «dan películas de miedo»: cuidado, porque «las noches de domingo acaban mal / las noches de domingo acaban mal». Huella clara de Leiva.

¿Qué estoy haciendo aquí?

Es, sin duda, una de las canciones más impactantes del álbum: ¡reggae! Curioso que un estilo tan típico del 'buenrollismo' acompañe a las historias de una triste Marisa, que a la salida del trabajo mezcla «copas de bronca y desamor»; o la de Encarna, que «llora en la comisaría, su ojo derecho es una mancha de sandia». «¿Qué estoy haciendo aquí? ¿De quién es esta vida?», se pregunta una y otra vez el de Úbeda, que acaba, sin embargo, por recitar los esperanzadores versos del rey del género, Bob Marley: «No woman, no cry».

Churumbelas

«Eran tres hermanas churumbelas / Del barrio de Lavapiés / La Verónica, la Merche, la Carmela / Toma, candela y olé». De Jamaica al flamenco, renace aquí el Sabina más castizo. «¡Viva Úbeda, gloria bendita!», exclama, en favor de su tierra. Vuelven las rimas sobre la belleza gitana, el roneo, a las deudoras de Lola y «Manué». A La Verónica, a la Merche, a la Carmela, que de las tres está enamorado -por supuesto- y a las que cada tarde mira «lucir palmito» (recuerdan lo del «viejo verde?»): «Yo que vivo solo, como buen cobarde / y puedo ser su abuelito».

Por delicadeza

Negará Sabina al comienzo del disco que es el Dylan español, pero qué bien se le da jugar al despiste con la armónica con la que arranca en 'Por delicadeza'. Al final, tras once temas tras la mesa de producción, Leiva se sienta al frente. Y mientras la ilustradora Coco Dávez elabora un gran lienzo de un Sabina sin rostro, los amigos comparten micro en una balada delicada en la que retratan cómo el amor se les gasta después de tanto usarlo: «Ayer te quise por amor al arte... Hoy por delicadeza».

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