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Kembra Pfahler.
Los raros se ponen de moda

Los raros se ponen de moda

El diseñador Marc Jacobs ha usado como modelos a Kembra Pfahler, Keiji Haino y Genesis Breyer P-Orridge, tres leyendas de lo extremo. ¡Qué buen momento para escuchar su música!

Carlos Benito

Martes, 26 de julio 2016, 22:52

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Al diseñador Marc Jacobs siempre le ha gustado recurrir a modelos poco convencionales para mostrar sus trabajos, pero en su nueva colección de otoño ha elevado todavía más el listón. Entre los que han posado para la cámara de David Sims no faltan los profesionales del sector (Cara Delevingne, por ejemplo), pero además ha reclutado a un plantel de variopintas figuras de la música, en el que aparecen rostros tan conocidos como los de Marilyn Manson, Courtney Love, St. Vincent o Missy Elliot junto a tres personajes desconcertantes para el gran público: los nombres de Kembra Pfahler, Keiji Haino y Genesis Breyer P-Orridge no se pronuncian a menudo en las boutiques estilosas, aunque más insólito aún sería que sus discos se colasen en los hilos musicales de los probadores.

Dice el diseñador neoyorquino que, en conjunto, los protagonistas de la campaña «representan una encarnación colectiva del amor, la honestidad, la integridad, el valor, la fuerza, la curiosidad y la inspiración». Musicalmente, que es lo que aquí nos interesa, ese trío singular que forman Pfahler, Haino y P-Orridge nos invita a aventurarnos por territorios incómodos, poco transitados y, muchas veces, abiertamente provocadores: hablamos de tres artistas de culto, que en ciertos ambientes han alcanzado el estatus de leyenda pero, fuera de ese círculo devoto, son recibidos a menudo con una mezcla de miedo y mofa o con los exagerados aspavientos del escándalo.

Kembra Pfahler

La 'performer' estadounidense, a punto de cumplir los 55 años, llegó a la música de manera relativamente tardía, como una derivación más de sus inquietudes artísticas. Pfahler, californiana afincada en Nueva York, acuñó el concepto de 'availabilism' para describir su línea creativa: la idea, traducible como 'disponibilismo', consiste en buscar aprovechamiento artístico a cualquier objeto que se tenga a mano. Sus acciones más renombradas no están pensadas precisamente para todos los públicos: en una, aparecía con una camiseta de los Jóvenes Republicanos mientras otra artista le suturaba la vulva; en otra, se dedicaba a cascar con la vagina huevos rellenos de pintura. Los vídeos que confeccionaba durante los 80, influidos por el cine de terror más psicotrónico, la llevaron al final de la década a formar junto a su marido el grupo de avant-burlesque The Voluptuous Horror Of Karen Black, un vistoso conjunto de pesadilla en el que ella misma, fiel a la tradición de la 'performance', se convierte en obra artística: en los conciertos suele aparecer más o menos desnuda, con el cuerpo pintado de un solo color, los dientes oscurecidos y una aparatosa peluca, como una demente gogó del infierno.

«Decidimos fundar un grupo de rock clásico, que no sonase a banda de artistas, para que resultase más fácil deslizar la imaginería en la conciencia del espectador», ha explicado Pfahler en una entrevista con la revista 'Bomb'. Y, ciertamente, las composiciones de The Voluptuous Horror Of Karen Black se mueven entre el punk y el rock duro y se ciñen al formato tradicional de canción, sin esas divagaciones a las que son tan propensos los artistas 'serios' cuando agarran unos instrumentos.

Keiji Haino

Marc Jacobs ha explicado que descubrió a Keiji Haino hace muy poco, cuando estaba buscando «música meditativa» y un amigo le pasó algunas de sus grabaciones. «La música de Keiji es increíblemente trascendente y meditativa», insiste el diseñador, aunque lo cierto es que buena parte de la producción del veterano artista japonés es lo más opuesto que se puede concebir a un remanso de paz. Haino, que anda ya por los 64 años, lleva cuatro décadas en activo y se describe a sí mismo, ante todo, como cantante, aunque su vertiente más conocida sea la de guitarrista. En ninguna de esas facetas se ajusta a las convenciones de ningún estilo: estamos ante un feroz individualista que sigue su propia línea incluso en el apartado estético, siempre fiel al pelo largo (cada día más blanco), la severa ropa negra y las gafas oscuras. La más conocida de sus bandas es Fushitsusha, una mutación monstruosa de la psicodelia en formato de dúo o trío, pero Haino se multiplica en iniciativas en solitario y en colaboración con otros músicos (de Merzbow a Derek Bailey, de John Zorn a Faust) hasta acumular una discografía inabarcable que supera el centenar de referencias.

La música de Haino puede ser letárgica o hiperactiva, inaudible o ensordecedora, pero en cualquier caso el artista asegura dar gran importancia al momento mágico de silencio entre notas, un concepto entre filosófico y musical que los japoneses denominan 'ma'. A lo largo de su carrera, nuestro hombre se ha creado una imagen de ser misterioso e impenetrable, pero a menudo da la impresión de que, en el fondo de tanta negrura y tanto hermetismo, late un singular sentido del humor. No hay más que leer sus abstrusos tuits («me comeré este pastel para concebir que los diez puntos de la existencia son en sí mismos el vacío») o recordar su composición 'Miracle', una pieza concebida para 88 músicos y un piano: cada uno de los intérpretes debe apretar, de manera simultánea, una tecla del instrumento. Es todo un reto gimnástico, más circense que... meditativo.

Genesis Breyer P-Orridge

El británico Genesis es el padre de la música industrial, un inquietante apóstol de la subversión que empezó a atormentar a los biempensantes en la primera mitad de los 70. Al principio, sus vehículos fueron el colectivo COUM Transmissions y el grupo Throbbing Gristle, con los que canalizó su obsesión por la pornografía, el ocultismo, el sometimiento de las masas y la violencia. En los 80, canalizó su turbadora carrera a través de la iglesia Thee Temple Ov Psychick Youth y su brazo musical, Psychic TV. Junto a sus compinches, Genesis (cuyo nombre de pila es Neil Andrew Megson) ha protagonizado algunos de los mayores escándalos de la cultura pop: en su país, los tabloides los apodaron «desguazadores de la civilización» por su exposición artística 'Prostitution', que incluía jeringuillas y sangre menstrual; en España, los medios conservadores pusieron el grito en el cielo a raíz de la aparición de Psychic TV en el programa 'La edad de oro', donde se pudo ver brevísimamente un crucifijo con cabeza de animal. Y eso que se emitió con los preceptivos dos rombos y aviso previo de la presentadora, Paloma Chamorro.

Desde los 90, el núcleo de la trayectoria artística de Genesis no ha estado en la música, sino en su propia persona: junto a su segunda esposa, Lady Jaye Breyer, emprendió un proyecto bautizado como 'Pandrogeny', en el que los dos miembros de la pareja se identificaban como mitades de un mismo ser (Breyer P-Orridge) y trataban de unificar su apariencia a través de la cirugía. Ambos recibieron implantes mamarios, de pómulos y de mentón, se operaron la nariz, se sometieron a terapia hormonal y se hicieron tatuajes gemelos para parecerse cada vez más, pero Lady Jaye falleció en 2007 y Genesis, que actualmente tiene 66 años y no se identifica como hombre ni como mujer, se ha quedado sin su otra mitad. Terminaremos esta breve semblanza con unas declaraciones que ha hecho recientemente al 'Detroit Metro Times' acerca del día en el que se puso los pechos: «Para mí supuso rechazar por completo toda aquella masculinidad que experimentamos en las escuelas privadas y la sociedad británica de los 50 y los 60. Fue una manera hermosa de decir 'no, no voy a ser parte de eso, a la mierda', de separarme de la trayectoria masculina, que es tan arquetípica y para mí tiene tantas connotaciones negativas».

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