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'The Death of 'Superman Lives': What Happened?'.
El cine que nunca existió (o sí)

El cine que nunca existió (o sí)

El último revés de Terry Gilliam vuelve a poner de actualidad algunos grandes proyectos que nunca vieron la luz

Josu Eguren

Jueves, 3 de noviembre 2016, 14:06

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En una gala celebrada recientemente en Los Ángeles, a la que acudieron las fuerzas vivas de la industria cinematográfica para conocer de primera mano los ambiciosos planes de expansión de Dalian Wanda Group por boca del propio Wang Jianlin, el multimillonario y CEO del conglomerado más poderoso de China subrayó una impresión que ha terminado por convertirse en lugar común: Hollywood está sacrificando su excelente tradición narrativa para producir reboots, remakes y secuelas de viejos éxitos con el simple añadido de un costosísimo barniz tecnológico (en el colmo de la pereza se acaba de anunciar un spin off de 'Willy Wonka y la fábrica de chocolate' y la consiguiente posibilidad de una franquicia).

Wang Jianlin parte de una visión subjetiva, que obvia el hecho de que ha crecido el porcentaje de títulos rescatados de la famosa Black List (una lista valorativa que reúne los guiones no producidos por los estudios, y de la que han salido 'La red social', 'Un monstruo viene a verme', 'Whiplash', 'Lo imposible' o 'Spotlight', además de otros bultos sospechosos como 'Gangster Squad', 'Blancanieves y la leyenda del cazador' o '47 Ronin'), pero lo cierto es que los grandes motores de la industria parecen estancados en un modelo que cada vez tiende a priorizar más los 'tent-poles' (los blockbusters de los que dependen las cuentas de los resultados de Columbia, 20th Century Fox, Disney, Warner Bros, Paramount y Universal Studios) en detrimento de producciones más ricas y ambiciosas en el plano creativo. Ningún comentario puede ignorar que los cuadros de mando de las majors se han drenado de talento para llenarse de ejecutivos de cuentas sin la sensibilidad artística y el olfato de los productores que apostaron por la transición hacia el 'Nuevo Hollywood' (véanse Robert Evans y 'The Kid Stays in the Picture', de Brett Morgen y Nanette Burstein).

En este contexto, y a propósito del último revés en la carrera de Terry Gilliam, que ha visto amenazada su enésima tentativa de llevar a la pantalla 'El hombre que mató a Don Quijote' tras anunciarse que el hidalgo John Hurt sufre cáncer pancreático, apetece repasar algunos proyectos que nunca llegaron a materializarse y que pese a todo ocupan un lugar de privilegio en el imaginario colectivo de la cinefilia.

Con el plan de marketing de 'Justice League' en funcionamiento, y el documental 'The Death of 'Superman Lives': What Happened?', de Jon Schnepp (2015), al alcance de un simple click, ha vuelto a resucitar el furor guadiana por un proyecto fallido que pudo haber cambiado el rumbo del personaje más emblemático de DC: el 'Superman' de Kevin Smith y Tim Burton. Tras barajarse los nombres de un reparto en el que figuraban Linda Fiorentino, Jack Nicholson y Ben Affleck, el actor elegido para enfundarse el traje del superhéroe kryptoniano fue Nicolas Cage (no en vano bautizó a su propio hijo como Kal-El), que participó en unas bizarrisimas pruebas de vestuario en plena disputa económico-creativa entre el estudio (Warner), el director (Burton) y el autor del libreto original (Smith). Treinta millones de dólares en la columna de pérdidas pusieron fin a un fiasco que quedó finalmente aparcado cuando los ejecutivos de Warner descartaron producir una última versión del guión revisada por Dan Gilroy.

El escarmiento no fue lo bastante fuerte como para evitar que el mismo estudio se interesase por la versión nihilista, extrema e hiperviolenta de Darren Aronofsky respecto al 'Batman: Año uno', de Frank Miller y David Mazzucchelli. Parece evidente que el director de 'Pi' allanó el camino para que Christopher Nolan arrastrase hacia las tinieblas a un personaje que tocó fondo a consecuencia de la ingenuidad en el tratamiento de 'Batman y Robin' y 'Batman Forever', pero como inversión cinematográfica atada al compromiso de una calificación para todos los públicos, la de Aronofsky era una propuesta totalmente inviable (en el limbo de 'Batman: Año uno' y 'Superman Lives también habitan el 'Capitán América', de Michael Winner, y el resto de miembros de la 'Liga de la Justicia', de George Miller).

La temida calificación por edades, sumada a la infantilización del concepto de espectador, significó la losa para uno de los proyectos interruptus más añorados por los fans del cine de animación: 'American Dog', de Chris Sanders, víctima por partida doble de las veleidades de John Lasseter, que ejerció su poder veto e influencia artística sobre la película en virtud a su reciente nombramiento como jefe creativo de Walt Disney Animation Studios (2006). De las cenizas de 'American Dog' (Sanders fue abruptamente relevado de sus funciones) surgiría 'Bolt' (Chris Williams, Byron Howard, 2008), una visión descafeinada que apenas esboza los rasgos de identidad de su creador. Sin ser el único cadáver enterrado en los jardines del cuartel general de Disney en Burbank, 'American Dog' es el más notable de una lista en la que encontramos 'Newt', 'Hiawatha', 'Los Gremlins' (a partir de un relato de Roald Dahl) y la secuela de 'El mago de Oz', entre otros.

Al igual que 'Bolt', 'Estallido', de Wolfgang Petersen (1996), también es producto de los restos de un naufragio que en este caso tuvo como damnificados a Jodie Foster, Robert Redford, Ridley Scott y su adaptación de 'Zona caliente', una novela de Richard Preston entorno al virus del Ébola y las crisis epidemiológicas. Ni siquiera figuras tan poderosas como la director de 'Alien' son ajenas a las complicaciones que las que enterraron los años de investigación invertidos en la redacción de los borradores de 'Napoleón', de Stanley Kubrick. El hundimiento en taquilla de 'Waterloo', de Sergei Bondarchuk (1970), clavó las tapas del ataúd de un largometraje más ambicioso que la famosa obra homónima de Abel Gance (1927) sobre el César corso (escojan entre Alec Guinness, Jack Nicholson, Oskar Werner y Peter O'Toole), y para la que la editora Alison Castle reclama el título oficioso de 'La mayor película jamás irrealizada' desde la portada de una intensiva recopilación de anotaciones, fotografías, bocetos y diapositivas encuadernada a todo lujo en una edición para coleccionistas.

El trono de 'Napoleón' -que según los últimos rumores será adaptada en formato de miniserie bajo la tutela de Steven Spielberg por directores de la talla de Cary Fukunaga y Baz Luhrmann- se lo disputan 'Megalópolis', de Francis Ford Coppola -o 'El manantial', de Ayn Rand reimaginado en la 'Metrópolis' futurista de Fritz Lang- y 'Leningrad: The 900 Days', de Sergio Leone -un macro 'reenactment' del asedio a la ciudad rusa basado en la novela del escritor norteamericano Harrison Salisbury-, siempre con el placet del ego inabarcable de Alejandro Jodorowsky y su también mítica 'Dune', en la que se alistó conociendo de oídas el original de Frank Herbert y con la bendición de su amigo y productor de cabecera Michel Seydoux.

En el documental 'Jodorowsky's Dune', de Frank Pavich, el gurú de la patafísica profundiza en los detalles de un proyecto para el que contó con la ayuda de un equipo de superdotados formado por Mobius, Dan O'Bannon, Ralph McQuarrie, y H.R. Giger. El propio hijo de Jodorowsky se sometió durante años a un entrenamiento espartano para interpretar a Paul Atreides, lo que da una idea del fanatismo y compromiso del escritor chileno, que vio como algunos de sus hallazgos visuales fueron reciclados e integrados en la adaptación de David Lynch. Ideas extravagantes, como el proponer a Salvador Dalí para el papel del Emperador Shaddam IV, y un metraje desmedido, arruinaron la viabilidad de una película que se sostiene mejor como concepto que como ejercicio práctico y posibilista (salvando las distancias siderales que las separan, algo muy parecido ocurre con 'El destino de Júpiter', de las hermanas Wachowski).

Tampoco veremos materializarse el 'Frankenstein', de David Cronenberg, ni el guión de 'Montezuma', de Dalton Trumbo -la historia del emperador azteca ha pasado por las manos de Spielberg-, como tampoco veremos realizado 'Nostromo', una no-película, basada en la novela de Joseph Conrad, cuyos pormenores y vacilaciones se relatarán en un documental titulado 'El sueño imposible de David Lean' (Pedro González Bermúdez).

La hilera de cruces e infortunios es interminable, no distingue entre grandes maestros -Orson Welles ('El corazón de las tinieblas'), Alfred Hitchcock ('Kaleidoscope'), Carl T. Dreyer ('Jesucristo'), Sergei Eisenstein ('An American Tragedy'), Josef von Sternberg ('Yo, Claudio'), Andrei Tarkovsky ('El idiota'), Robert Bresson (expulsado del rodaje de 'Génesis' tras una visita al plató de Dino de Laurentiis)...- y otros cineastas más modestos como Franc Roddam ('Quadrophenia'), que ha hecho fortuna con el formato de 'Master Chef' quizá como compensación kármica al infierno que tuvo que atravesar como consecuencia de su pleito con Universal Studios por los derechos de 'The Tourist', un guión de Claire Noto ilustrado con la iconografía surrealista y macabra del diseñador y escultor suizo H.R. Giger.

El culto imaginario a 'The Tourist' solo es comparable al que se le profesa a otra no-película, la historia de un detective interdimensional y su encuentro con un enano deforme y electro dependiente que se convertirá en la estrella del rock de un mundo paralelo bajo el seudónimo de 'Ronnie Rocket'.

La mayor parte de los anteriores son títulos que nunca verán la luz, pero aún se atisba la remota posibilidad de que un gran estudio decida reflotar 'Las cruzadas', de Paul Verhoeven, y haga realidad el sueño del director de 'Los señores del acero' (1985), con otra estrella ocupando el lugar de Arnold Schwarzenegger.

Unas veces por problemas financieros (véase 'En las montañas de la locura', de Guillermo del Toro), otras por discrepancias en la producción, y algunas menos porque el director al mando ha caído en desgracia (el agrio recibimiento a 'La puerta del cielo' abortó la adaptación de 'El manantial' de Michael Cimino), cientos de proyectos van amontonándose en los cajones de directores y productores que acaban asumiendo a regañadientes la realidad de una maquinaria implacable que tritura sueños a velocidad de vértigo, lo cual no impide que en ocasiones se pleanteen posibilidades tan aparentemente alocadas como un biopic de Edgar Allan Poe escrito y dirigido por Sylvester Stallone (su interés por el escritor se remonta a la década de los 80) o una secuela de 'Gladiator' en la que Máximo Décimo Meridio se reencarnaría en la piel de un soldado inmortal comprometido con la misión de matar a Jesucristo para vengar a los dioses del Olimpo romano víctimas del cristianismo.

En España son famosos los casos de 'La marca amarilla' (la adaptación del cómic de Blake y Mortimer se esfumó pocos días antes de que Kiefer Sutherland y Hugh Laurie se pusiesen a las órdenes de Álex de la Iglesia) 'Fu manchú' y '33 días' (hasta cuatro veces se ha anunciado la paralización del rodaje de una película con la que Carlos Saura pretende llevar a la pantalla un guión del fallecido Elías Querejeta) pero, sin duda, el que más juego ha dado ha sido el de 'El capitán Trueno (y el Santo Grial)', la película maldita por antonomasia. Para conocer el primer intento hay que remontarse a 1979, año en el que Víctor Mora y Juan Piquer Simón unieron fuerzas para hacer realidad un amago de superproducción (imaginen a Michael Paré y Bud Spencer como hipotéticos Capitán Trueno y Goliath) que se vio truncado por los pleitos entre el autor del cómic y su casa editorial.

Las broncas internas de la tentativa de Juanma Bajo Ulloa -de la que se descolgaron Antonio Banderas, Javier Bardem y Elsa Pataky- da para un capítulo aparte que no termina con ese remedo contrahecho, de estreno semi clandestino, en el que Antonio Hernández puso su firma.

Para terminar escojo mis tres no-películas más preciadas: el celuloide encontrado por Peter Jackson en su falso documental 'La verdadera historia del cine' (1995); 'Perros muertos', de Koldo Serra, que vio la luz en la forma del teaser tráiler de un western caló en la encrucijada entre '¿Quién puede matar a un niño?' (Narciso Ibáñez Serrador, 1976), 'Hasta que llegó su hora' (Sergio Leone, 1968) y la filmografía quinqui de Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma, a ritmo de Bordón 4 y Los chunguitos (el director me ha prometido que se hará algún día); y 'Supernatural', un proyecto inacabado del director australiano afincado en Bilbao Alan Griffin, que murió antes de ver su obra finalizada, y al que sus compañeros de profesión honrarán con el estreno de un montaje in memoriam el próximo día 19 de noviembre a las 20 horas en el Museo Guggenheim.

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