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George Gershwin.
Gershwin, un neoyorquino en Hollywood

Gershwin, un neoyorquino en Hollywood

El autor de la 'Rapsodia in blue' triunfó en Broadway y estaba comenzando una carrera en el cine cuando murió con solo 38 años

César Coca

Jueves, 16 de junio 2016, 11:18

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Está considerado como el más americano de los músicos, creó melodías inolvidables y obras que han calado en el imaginario colectivo como retratos perfectos de un país y un carácter, compuso para Broadway y después para Hollywood en los años en que el cine sonoro se desplegaba en las salas como un prodigio. Su nombre ha eclipsado a decenas de compositores que llegaron a Los Ángeles desde todos los rincones del país o desde una Europa que se estaba convirtiendo en un lugar inhóspito. Sin embargo, no ganó ningún Oscar. Lo habría conseguido, porque estaba llamado a tocar también el cielo de la Meca del Cine, pero su muerte prematura lo impidió. Se llamaba George Gershwin y su influencia en el séptimo arte es tan grande que uno de los mejores inicios de un filme que se recuerdan, el de Manhattan de Woody Allen (1979), está construido exclusivamente sobre la más célebre de sus obras: la 'Rapsodia in blue'.

La vida de Gershwin serviría para ilustrar el tópico de las personas con talento que siempre triunfan en el país de las oportunidades. Nacido en Brooklyn en 1898, una época muy anterior a la conversión de ese distrito neoyorquino en un lugar de atracción de artistas e intelectuales, descendía de una familia judía de origen ruso. De hecho, fue registrado como Jacob Gershovitz. Lo de Gershwin llegaría más tarde.

Su formación fue casi por completo autodidacta. Aprendió a tocar el piano en una tienda de música en la que vendían partituras e instrumentos. Allí conoció a un muchacho de su edad que se ganaba la vida al teclado probando los pianos ante los clientes y enseguida quiso hacer lo mismo. Aunque nunca dominó la técnica, su talento para la melodía era extraordinario. Se cuentan varias anécdotas que resultan reveladoras: por ejemplo, que cuando, tras el éxito de la Rapsodia in blue le encargaron un Concierto para piano, lo primero que hizo fue comprar un libro de música para conocer en detalle qué es un concierto, y que cuando terminó la obra contrató una orquesta para que lo interpretara y de esa forma ser consciente de lo que había escrito.

También se dice que durante un viaje a Europa pretendió recibir clases de Stravinski y Ravel. El primero le preguntó cuánto cobraba y, cuando el músico neoyorquino le habló de cientos de miles de dólares al año, el ruso, sarcástico como siempre, le explicó que en ese caso lo adecuado sería invertir los papeles y que la clase la recibiera él mismo. El francés fue un poco más sutil: «¿Para qué quiere ser un Ravel de segunda pudiendo ser un Gershwin de primera?»

Pero vayamos al principio. Gershwin comenzó a componer en la tienda de música, donde recibía algunos encargos modestos pero que le proporcionaron una cierta fama. A los veinte años ya sabía el significado de la palabra éxito y pronto decidió no limitar su ámbito de trabajo a las canciones de tres minutos. Con apenas veinte años escribió su primer musical, La, la, Lucille, que obtuvo una gran acogida. Pronto siguieron otros que colocaron su nombre en el Olimpo de Broadway, junto a Jerome Kern e Irving Berlin. Con 25 años estrenó la Rapsodia in blue, una obra que por sí misma habría garantizado la inmortalidad a cualquier compositor. Aunque la partitura que salió de sus manos no es exactamente la que hoy se interpreta en las salas de concierto: él hizo una versión para piano solo y la orquestación posterior fue obra de Ferde Grofé.

Colecciones de temas

En un período breve de tiempo, que incluyó un viaje a Europa, compuso 'Un americano en París' y más tarde la ópera 'Porgy and Bess'. En ese momento, corría el año 1935, recibió la llamada de Hollywood. El cine necesitaba música y guiones que la sostuvieran, y los musicales, reciclados para la gran pantalla o escritos expresamente para ella, eran objeto de deseo de todos los productores.

Entre ese año y su muerte, en el verano de 1937, escribió la música de tres filmes: 'Shall we dance', de Mark Sandrich, con Fred Astaire y Ginger Rogers como protagonistas, que le valió una candidatura al Oscar por la canción 'They cant take that away from me'; 'Señorita en desgracia', de George Stevens, de nuevo con Fred Astaire, en este caso junto a George Burns, Gracie Allen y Joan Fontaine; y 'Así nace una fantasía' de George Marshall con Adolphe Menjou y Jimmy Ritz. Este último filme se rodó tras la muerte del compositor. Nueve años después, 'The shocking miss Pilgrim' de George Seaton, recuperaría algunas canciones inéditas de Gershwin. La filmografía del compositor se completa con 'Delicious', un filme rodado en 1931 por David Butler a partir de un musical estrenado en Broadway al que añadió unos pocos minutos que quedaron reducidos casi a la nada en el montaje final. En todos los casos, se trata de filmes destinados al olvido de los que solo cabe rescatar algunos de los números musicales.

Lo que Gershwin escribió no son estrictamente bandas sonoras como las conocemos hoy día. Son colecciones de temas, en su mayoría canciones con letra de su hermano Ira que conforman, con un hilo argumental de gran endeblez, una historia. De hecho, los encargos que recibió procedentes de Hollywood fueron todos para películas musicales, mientras a otros compositores como Steiner o Korngold, por citar solo dos ejemplos, les pedían en esos mismos años partituras sin canciones, destinadas a subrayar la intensidad de algunas escenas o a ilustrar determinardos pasajes. La utilización de su música instrumental como fondo de los filmes es muy posterior a su muerte.

Gershwin murió en Beverly Hills el 11 de julio de 1937, a consecuencia de un tumor cerebral que le habían detectado muy pocos días antes. Su fama era tal que, cuando se supo que precisaba de una intervención urgente, la Casa Blanca envío dos buques de guerra al encuentro del yate donde disfrutaba de unos días de descanso el mejor neurocirujano del país, para trasladarlo a tierra con la mayor celeridad. El despliegue de medios fue inútil y el compositor falleció prácticamente en el quirófano.

Tras su desaparición, muchas de sus obras han sido utilizadas en el cine, aunque no fueran compuestas para la gran pantalla. En eso no se diferencia de otros nombres ilustres de la música clásica. Pero sí hay algo que lo hace distinto: es su identificación con un tiempo y un lugar. Algo que logra que cuando pensamos en Nueva York en nuestra mente comience a sonar la Rapsodia in blue. Woody Allen lo vio con claridad y ahora esa asociación es ya absoluta: Manhattan en blanco y negro es, para siempre, el escenario donde suenan un piano y una orquesta imitando los ruidos y la agitación de la gran ciudad. Gershwin tenía solo 25 años cuando obró el milagro.

Canción 'They cant take that away from me' del filme 'Shall we dance'

Uno de los números más célebres de 'Shall we dance'

'Señorita en desgracia'

'Así nace una fantasía'

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