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María Ángeles Crespo
Domingo, 25 de mayo 2025, 23:16
Todo el mundo sabía que Anduva acogía el Partido con mayúsculas, el que hasta la fecha podía ser considerado como el más importante de la ... historia para el Mirandés que, no perdamos la perspectiva, siendo un equipo modesto tenía en su mano la opción de conseguir el ascenso directo a Primera, sí, como suena, a Primera, y por eso se vistió con sus mejores galas.
El rojo y el negro son los colores del Mirandés y de rojo y negro se tiñeron las gradas en las que había 5.122 espectadores, a excepción de unos 150 que habían llegado desde Almería, todos con indumentaria que dejaba claro el mirandesismo. Bufandas, banderas y camisetas.
Elásticas muchas de esta temporada, pero infinidad de ellas de otras campañas que resultaron gloriosas para los rojillos y que acabaron con el ascenso del Mirandés. Cualquier amuleto o prenda unida a la superstición en positivo, valía para que los socios y, por qué no decirlo, los que se han apuntado al tramo competitivo final del Mirandés la exhibieran en la tarde en la que el sueño era el de conseguir el ascenso a Primera.
El partido duró, como suele, poco más de 90 minutos. Ese es el tiempo en el que el balón rodó sobre el césped de Anduva, pero la cita comenzó mucho antes porque el alma, esa con la que siempre empuja la hinchada del Mirandés había que empezar a templarla y preparar también las gargantas para que el estadio se convirtiera en un infierno para el rival, un Almería que al final no se vio especialmente presionado porque se presentó en Miranda con pocas intenciones de jugar.
Con las bufandas arriba la primera vez que a muchos se le pusieron los pelos de punta fue cuando al aparecer los jugadores sobre el terreno todo Anduva cantó el himno de la ciudad a capella, y sin que la megafonía pusiera las primeras notas. Fue la grada de animación la que inició el canto que emocionó más que en otras tardes.
El árbitro y los equipos salieron de la caseta casi cinco minutos antes de que el reloj marcara la hora fijada para el comienzo del choque. Todos los partidos tenían que empezar a la vez y tribuna y general, todos los espectadores de pie insuflaron aliento a los jugadores.
El ambiente era de fiesta grande y se repitió una y otra vez los de 'Esto es Anduva, Anduva, Anduva que te empuja, te empuja, te empuja con el alma, el alma, el alma y te llevan en volandas.....' Y lo cierto es que empujó a voz en grito y presionó al colegiado en cada acción que se entendía perjudicaba los intereses rojillos.
Pese a que el conjunto de Lisci no conseguía perforar la portería contraria el ánimo de Anduva no decaía y a medida que avanzaban los minutos, de hecho, eran más insistentes los gritos. La grada se desgañitaba para ver si el final de la película que se estaba viendo y viviendo podía ser feliz.
Y sí, ayer en el ambiente que se creó en Anduva se hablaba del séptimo arte por varias razones, Una porque la historia que está haciendo la plantilla del Mirandés es de cine y porque entre los espectadores se contó con la presencia de un director que sabe incluso lo que es conseguir un Oscar, José Luis Garci.
Esta vez el guión no salió, pero queda la esperanza de que pueda reescribirse. Ayer el ambiente fue el de las mejores tardes de fútbol y acabó como debía con todo Anduva gritando 'Orgullosos de nuestros jugadores', y 'Que sí, joder que vamos a ascender'.
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