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El meta bilbaíno ha hecho gala de sus reflejos. Efe

Un penalti que puede valer un ascenso del Mirandés

El equipo rojillo demuestra que también sabe ganar jugando al otro fútbol y viajará al Tartiere con ventaja

Toni Caballero

Miranda de Ebro

Domingo, 15 de junio 2025, 22:28

Comentaban los jugadores mirandesistas en las jornadas previas al primer duelo de la final por el ascenso a Primera que había que ir con todo a por el Real Oviedo, sin miedo ni excusas por la falta de descanso tras la paliza frente al Racing, y no han faltado a la verdad. El Mirandés ha demostrado hoy que no sólo sabe imponerse con un fútbol brillante, repleto de verticalidad y ocasiones, sino que también puede remangarse para sufrir en un choque de trincheras y acabar ganando.

Comenzando por el final, el penalti parado por Raúl Fernández puede pasar a la historia como unos de los hechos más importantes de la historia del club de Anduva. Mención aparte amerita Gianluca Troilo, entrenador de porteros y una de las varias manos derechas de Alessio Lisci, que ha advertido al guardameta bilbaíno de hacía dónde podía ir el disparo de Colombatto, y premio.

El trabajo no se negocia y, a buen seguro, los penaltis se han ensayado meticulosamente en el seno del cuadro rojillo porque pueden decantar la eliminatoria. De otra manera no se explica el salto de Unai Egiluz, el canguro, para entrar en el área de un brinco y coger ventaja posicional manteniéndose en el aire a la vez que se ejecutaba la pena máxima. El central vasco yha sido el primero en despejar el esférico con la testa una vez repelido por Fernández, detalles que evidencian lo trabajado que está el equipo. Celebrado como un gol en el descuento, la grada explotaba y respiraba aliviada tras el amago de infarto. «Menos mal que no estaba Cazorla para tirarlo», otra frase muy repetida en la grada.

Y es que el Mirandés, de nuevo como boxeador, ha tenido en el conjunto carbayón uno de los rivales más férreos de todo el curso. El tempranero gol de Reina, notable una vez más en su desempeño, no ha desequilibrado ni un milímetro del encuentro, farragoso y de masticar mucho. Locales y visitantes se han repartido el cuero en una batalla sin apenas ocasiones, con muchísima tensión y brega en el centro del campo.

El Oviedo, algo falto de ideas, quería llevar el ritmo del partido y buscaba continuamente a sus bandas, los exmirandesistas Chaira y Hassan, mientras el cuadro jabato aguardaba para poder contragolpear. Sin embargo, el duelo no terminaría de romperse en ningún momento. Reina ha dispuesto de dos buenas ocasiones, Izeta de otra clarísima con un gran disparo en la segunda mitad; mientras que el equipo asturiano sólo ha inquietado a base de balones al área, más por acumulación que por creatividad.

Al final, un fatigado Mirandés ha sabido amarrar la victoria para jugarse el ascenso en el Carlos Tartiere, al que viajará con ventaja. La batalla final ha llegado y los rojillos ya rozan el milagro.

Inteligencia

Las finales no se juegan, se ganan. El equipo de Lisci se ha plantado hoy en la final por el ascenso con las fuerzas justas con sólo dos días de descanso real, y ha sabidoamoldarse a lo que todo el mundo esperaba: un partido cerrado de muchísimo desgaste y control de las emociones.

Así las cosas, el gol llegaría casi con el pitido inicial y los del Ebro han gestionado el premio a lo largo del choque. Sin bajar al bloque bajo salvo en los últimos minutos de agonía, la escuadra mirandesista se defendía como gato panza arriba y se estiraba, sumando jugadores al ataque, cuando podía y encontraba superioridades. Los habituales minutos de rock and roll de las segundas partes se han quedado en un puñado de segundos y los jugadores con su lenguaje corporal, dejaban claro que faltaba gasolina. Pero han ganado sus duelos individuales para defender el tesoro.

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