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La pasión por el Mirandés no entiende de distancias
Alrededor de seiscientos aficionados mirandesistas se han cruzado la península para que los de Lisci jugaran de local en Cartagena, una jornada festiva como anticipo del ansiado 'play off'
Toni Caballero
Cartagena
Domingo, 1 de junio 2025, 20:30
Una persona dentro de sus cabales no recorre 1.500 kilómetros en menos de un día natural para destinar tan sólo un puñado de horas ... en otro municipio si no es por fuerza mayor o por razones puramente emocionales. Y el Mirandés es precisamente eso, una pasión irracional que ha llevado hoy a seis centenares de rojillos hasta Cartagena para empujar en la búsqueda de un cuasi imposible.
La marea mirandesista ha teñido de rojo la ciudad cartagenera desde primera hora de la mañana. Los cuatro buses fletados por el club empalmaron el Día del Blusa con el desplazamiento, de ahí la nutrida presencia de blusas sanjuaneras en la grada visitante de Cartagonova. Pero también se han sumado muchos otros seguidores desplazados en turismos particulares, tren y avión.
En la previa del choque, ya en los aledaños del Estadio de Cartagonova, el autobús del equipo, con Lisci a la cabeza, recibía el apoyo de los suyos. El cántico más repetido, sin duda, «que sí, joder, que vamos a ascender», seguido de cerca por la letra de moda en la grada de animación, «el que no anima al Mirandés, ¿a qué carajo vino?». Y nada más cierto, porque ningún aficionado se cruza el país para quedarse sentado en la butaca.
Ya en el interior del fortín albinegro, con puerta dedicada a Miki Roqué incluida, el jugador número 12 de los rojillos ha comenzado a apretar desde el calentamiento de los dos equipos. Mucho en juego y el conjunto de Miranda arrancaba con ventaja, jugaba en casa.
El ánimo de los visitantes ha sido una constante durante todo el choque. Ni siquiera los madrugadores goles de Elche y Oviedo, los rivales directos, han inmutado a la parroquia liderada por Jóvenes Jabatos y Komando Kemando. Como nota curiosa, un aficionado ilicitano presente en la tribuna de Cartagonova se ha hecho notar mucho con cada tanto de su equipo, al que ha seguido por la radio, en un estadio con cabida para 15.000 espectadores prácticamente desierto.
Pasada la media hora de juego y con la escasa afición local clamando contra la directiva albinegra, Izeta desataba la locura en la grada rojilla, que veía como el cuadro jabato escalaba un puesto en la tabla de forma provisional. Pero, como reza el dicho, la alegría dura poco en casa del pobre, y el segundo tanto del Real Oviedo ha caído como un jarro de agua en la convulsa marea rojinegra, que entraba en una breve fase de calma.
Poco después llegaría el gol del colista, porque las desgracias nunca llegan solas, pero los soldados de Lisci no tardarían en reaccionar y colocaron el segundo al borde del descanso. Locura total en Cartagonova en un partido quebrado.
El entretiempo ha servido para que los aficionados mirandillas se refrigerasen ante el intenso calor, revisaran los otros resultados e intercambiasen mensajes con sus seres queridos, todo ello mientras la megafonía amenizaba con los locales Arde Bogotá.
A la vuelta de vestuarios, la grada lo tenía claro: «Butzke marcará» y «el arbi es del Oviedo», ironizaban. Algo más sosegados que en la primera mitad, sabedores de que las opciones de ascenso directo se habían escapado. Segundo acto de trámite y hermandad con los locales al grito de «Belmonte vete ya» y «murciano el que no bote». El himno de Miranda como colofón final. Así, el Mirandés cierra una temporada regular histórica y así se lo ha reconocido su gente tras el choque, pero dejando claro que la mente ya está puesta en Santander: «A por el Racing, oe».
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