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María Ángeles Crespo
Sábado, 23 de marzo 2024, 22:25
Cada vez queda menos para ir dejando claro cómo va a acabar la liga para los contendientes, para los equipos que transitan, con más o ... menos fortuna en esta complicada Segunda División en la que hoy por hoy no hay nada completamente definido ni por arriba ni por abajo.
Lo que sí está empezando a quedar claro es que todos los equipos son conscientes de lo que se juegan y que están apretando para no pasar demasiados apuros ni llegar a las últimas jornadas con lastres innecesarios; en el caso del Mirandés lo sería el tener la amenaza del descenso cercana, así que esta tarde los de Lisci tendrán que demostrar que tienen carácter y que el desastroso partido jugado por los rojillos en Madrid ante el Leganés ha resultado aleccionador. Sería bueno que los de Lisci se hubieran percatado de que la relajación y la creencia de que la salvación es tarea fácil no son buenas compañeras de viaje.
El Mirandés lleva toda la temporada siendo carne de cañón de sus rivales cuando juega fuera de Anduva y el equipo parece bipolar, es uno cuando la elástica rojilla se la enfundan en casa, un conjunto que puede ganar o perder, pro que no se da por vencido, y otro cuando a la plantilla le toca defender los colores fuera de casa. Sin su público hemos visto demasiadas veces a un bloque timorato y sin el atrevimiento necesario para hacer daño al contrario.
De hecho la pasada semana hasta el guardameta Ramón Juan consideró que era necesario pedir perdón a la afición por la pobre imagen dada ante el líder, gesto que le honra y que cabe esperar haya servido para que todos los jugadores afronten el duelo con actitud y con carácter, que salgan al verde con el ánimo de dejar patente que se ponga por delante quien se ponga, los rojillos no facilitarán la labor a su rival.
E Zaragoza, el primero de los dos equipos a los que el Mirandés ha conseguido vencer en su terreno. En La Romareda, en la octava jornada, el 0-1 favorable a los rojillos llegó gracias a un gol en propia puerta de los maños y supuso un plus de autoestima.
Hay que pensar también que el conjunto aragonés no se le da mal a los de Anduva –los tres últimos partidos en el municipal han acabado con victoria local–, y que los ahora pupilos de Víctor Fernández, que tuvieron un fulgurante arranque competitivo, no están en su mejor momento, en los últimos seis partidos sólo han logrado un punto y que lleva cuatro partidos seguidos sin ver puerta. Esa falta de pegada, esa sequía anotadora tiene que pesar en el ánimo de los aragoneses, un equipo que un año más se planteó como reto el regresar a Primera y que llegado este momento competitivo está más cerca de pelear por no caer en la zona de descenso que de ver el ascenso como una opción. De esta manera el Mirandés tendrá que intentar hurgar en la herida y aprovechar el posible nerviosismo de su rival.
La tarea no va a ser fácil pero los rojillos tienen aptitudes para vencer al Zaragoza, y lo que no podrá faltar en ese empeño por lograr el triunfo es actitud y carácter.
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