Entre la necesidad de puntuar y mantener la apuesta ofensiva

A lo largo de la temporada se han podido ver estas dos caras del Almería. Para muestra, el partido de ida frente a los rojillos en el Almería Stadium. Entonces, la pegada local se impuso al dominio jabato en un partido disputado que bien podría haber caído del lado contrario.

Sin embargo, este ejemplo es casi un rara avis dentro del historial anual de los andaluces. Y es que, como señalan los periodistas que cubren la actualidad diaria del equipo, el inmovilismo de Rubi ha condenado en muchas ocasiones a los jugadores, que tampoco escapan de la crítica.

De esta manera, prácticamente la mayoría de medios coincide en que el Almería saldría contento de Miranda con un empate en el zurrón, y así lo confesó también el entrenador en la previa, porque el empate permitiría conservar el puesto de promoción de ascenso a falta de una última jornada en casa contra el Tenerife. Para ello, creen que los almerienses deberían plantear un partido inteligente, cerrado, parecido al que protagonizaron en Cádiz, para poder contragolpear con dureza aprovechando el potencial ofensivo de Suárez, Arribas y compañía.

La necesidad de puntuar como sea en la ribera del Ebro, entienden, puede llegar a confrontar con el planteamiento que maneja Rubi. El habitual sistema de 4-3-1-2 con dos laterales eminentemente ofensivos, como son Pubill y Centelles, deja a las claras que el catalán no es amigo de la especulación y quiere mandar en los partidos. El riesgo, el vasto espacio que cede a los rivales en su retaguardia.

«Sólo ha ganado un partido de visitante en la segunda vuelta y ha empatado otro. El resto se cuentan por derrotas. Ha sido un desastre fuera de Almería y se sostiene por su buen papel en casa. Creo que va a apostar por el mismo sistema, e incluso la misma alineación que vimos en la victoria con el Racing de Santander. Rubi prefiere ganar a 3 que 0 a 1, y eso le suele condenar atrás», dibuja Joaquín Amérigo desde Canal Sur Radio. Las cartas se pondrán hoy sobre la mesa.