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Los jugadores acabaron cabizbajos tras el partido en Ceuta en el que no se les vio enrabietados por los contratiempos. Pablo Gallardo/Factoría 9

Un Mirandés que está desencantando

Entrenador y plantilla tendrán que trabajar para que no se produzca la temida desconexión con la afición

María Ángeles Crespo

Lunes, 20 de octubre 2025, 00:27

De la afición del Mirandés se ha dicho en mil y una ocasiones que es fiel, que apoya sin descanso a los suyos y que ... nunca abandona al equipo, que está con el Mirandés a las duras y a las maduras. La afirmación es válida, sí, pero también lo es que el incondicional apoyo lo proporciona cuando ve que los jugadores se dejan el alma por sus colores.

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El mirandesismo no exige a ningún jugador más de lo que puede dar, pero lo que sí quiere es que quienes se enfundan la prácticamente centenaria camiseta rojilla la suden de verdad. Si se pierde un partido, si se ha competido y se ha plantado cara, no pasa nada. El problema llega, si la percepción que se tiene en la grada es que sobre el césped no se ha hecho lo suficiente.

Una sensación que tras el fiasco del partido en Ceuta la tenía hasta el míster que dijo que «no se puede salir así a competir», o lo que es lo mismo, vino a decir que los suyos no compitieron y, como se está escuchando en boca de algunos aficionados en estos últimos tiempos «estos van a tener que hacer mucho más para que merezcan ser llamados jabatos».

Escuchar comentarios de esta índole lo que hacen es que se piense que tal y como están yendo las cosas, más por cuestiones de actitud que de aptitud, se está abriendo una grieta en la relación entre el equipo y la afición.

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Una realidad incontestable es que juntos equipo y afición, somos mejores; mantra que se repitió hasta la saciedad en la última temporada, y a un equipo como el Mirandés, en el que el éxito cuando llega lo hace por el trabajo colectivo y por que todo el mundo va a una lo peor que le puede pasar es que se produzca una desconexión.

El hecho de que el equipo ocupe posiciones de descenso y sólo tenga por detrás al Zaragoza no es la situación deseada, pero ese hecho en sí mismo no tiene por qué preocupar más allá de lo necesario si a los jugadores se les ve comprometidos y convencidos de que el problema, sea el que sea, está localizado, y es subsanable.

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Situaciones similares

Todos los equipos son diferentes y cada temporada es un mundo, nada tiene que ver una Liga con otra, pero se puede echar la vista atrás para analizar situaciones similares en épocas pasadas y ver cómo salieron las cosas. Y lo cierto es que los números que se contemplan en las estadísticas de otros años permiten mirar hacia el futuro con esperanza.

Se ha consumido prácticamente un cuarto de la temporada y el Mirandés se ha metido en la zona roja al ocupar el puesto 21 y sumar menos puntos que jornadas, tiene nueve tras haber disputado ya diez encuentros. Dos victorias, tres empates y cinco derrotas es para lo que dan.

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El balance es negativo y preocupa, pero peor era el que los de Anduva podían exhibir después de haber jugado diez partidos en la campaña 22/23. Con Etxeberria como técnico, el Mirandés se metió en descenso en la tercera jornada, fue colista y en la décima era también el vigesimoprimer clasificado. Tenía además menos puntos, sólo siete, obtenidos tras una victoria y cuatro empates. Ese equipo, con hombres como Raúl García de Haro o Beñat Prados en sus filas se metió en el pozo y salió de él en la jornada dieciocho. Sacó entonces la cabeza y al final cerró la temporada en el puesto dieciséis.

Está claro que el equipo y la afición han vivido por lo tanto situaciones similares a la actual y juntos han salido de ellas. Lo que está claro es que el Mirandés tendrá que hacer algo más para que el desencanto desaparezca entre sus seguidores. Si hay reacción y respuesta, la afición estará, pero toca trabajar, y mucho.

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