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María Ángeles Crespo
Lunes, 5 de mayo 2025, 00:01
El tiempo reglamentado de los partidos, como todo aficionado al fútbol conoce, es de noventa minutos, y esos mismos seguidores de sus equipos, del Mirandés ... en el caso que nos ocupa, saben también que es un período meramente orientativo, y más aún ahora que los colegiados alargan y alargan las dos partes del choque y consiguen que en algunos encuentros dé la sensación de que se está disputando una prórroga.
Si el marcador es ajustado cuando se acerca el minuto noventa todo el mundo está pendiente de ver cuál es la prolongación que se refleja en el cartelón que muestra el cuarto árbitro. Si se va por detrás en el marcador se confía en que el añadido sea amplio, pero sí se va ganando el deseo es el contrario. El tiempo pasa de manera tan distinta según cuál sea la situación de partido que la decisión del colegiado casi nunca contenta a todos.
En las últimas semanas desde la jornada 31 en la que los rojillos se midieron al Eldense en el feudo de los alicantinos, parecía haber caído una especie de maldición para los rojillos ya que el equipo no sólo encajó goles más allá del minuto noventa, sino que esas dianas de los equipos rivales acabaron restando puntos a los de Lisci.
En Elda el Mirandés se puso por delante con un cómodo 0-2 que parecía asegurar que los de Anduva iban a inaugurar en el Nuevo Pepico Amat su casillero de victorias fuera de casa en el año 2025, pero al equipo y la afición se le heló la sonrisa cuando en el minuto 97 Juanto neutralizó la ventaja y colocó el 2-2 definitivo en el marcador al transformar el penalti con el que fue castigado el conjunto mirandesista. Ahí volaron dos puntos.
En la siguiente salida después del triunfo en Anduva ante el Racing, el conjunto rojillo volvió a perder su renta, en este caso era un punto ya que se estaba empatando a dos en casa del Albacete, y lo curioso es que el tercer gol de los manchegos subió al electrónico también en el minuto 97.
Que las prolongaciones estaban penalizando, y mucho a los pupilos de Lisci quedó evidenciado cuando el equipo sumó su tercer partido sin ganar, en este caso al no poder imponerse en Anduva al Dépor en la trigesimoquinta jornada. El Mirandés había remontado el gol inicial visitante con tantos de Joel y Panichelli, y cuando la grada soñaba con un nuevo triunfo en casa llegó el mazazo. En el minuto 91 volaron dos puntos de Anduva. Yeremay hizo el 2-2 al transformar un penalti.
Hecha la suma queda claro que si los partidos del Mirandés hubieran estado minutados como si de un partido de baloncesto se tratara, en el que no hay prolongación que valga, sino un ajuste milimétrico al tiempo de juego, los rojillos tendrían ahora mismo cinco puntos más. Hipotéticamente, todo hay que decirlo, porque unos resultados diferentes podrían haber traído como consecuencia también otros marcadores en el resto de partidos jugados por los rojillos en este tramo final de la Liga.
Las cosas comenzaron a cambiar, y a dejar patente que en la recta final de los choques el Mirandés también podía obtener rédito, que también podía marcar, en El Molinón. En ese partido de nada sirvió el tanto de Panichelli en el añadido ya que su gol en el minuto 94 fue el 3-1, pero abrió el camino para que el equipo percibiera que en todos los partidos hay tiempo para encontrar el camino del gol, aunque cueste.
En el derbi el triunfo llegó gracias al acierto de Joel Roca que certificó el triunfo en el minuto 85, cuando el Burgos ya daba por bueno el empate. El tanto del catalán se sumó al inicial de Panichelli que lleva tres partidos seguidos anotando y suma, como todo el mirandesismo sabe, 20 goles, lo que le convierte no sólo en el pichichi de esta temporada sino en el jugador rojillo que más goles ha marcado en Segunda en una temporada.
Pulverizó el récord de Raúl García de Haro este pasado sábado en Eibar al hacer el único tanto del encuentro el 1-0 que llegó en el tramo final, finalísimo, en el minuto 89 y que en este caso a quien dejó con la sonrisa helada fue al conjunto armero y a toda su parroquia.
En definitiva que eso de que el partido sólo se acaba cuando el colegiado da el pitido final es una realidad contrastada y al igual que al Mirandés el añadido le ha quitado en sus peores momentos, ahora los últimos minutos de los partidos le están dando alegrías. Siempre hay que pelear hasta el final, el Mirandés lo hace y con su competitividad hace bueno lo que Anduva repite una y otra vez y que es que los jabatos nunca se rinden.
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