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María Ángeles Crespo
Sábado, 25 de mayo 2024, 20:36
Es muy habitual calificar algunos partidos como finales. Se ha utilizado tanto el término, se reitera y se banaliza de tal manera, que cuando se ... vuelve a emplear hay quien no presta atención a ese concepto. Se puede estar de acuerdo con esta afirmación, pero lo que parece evidente es que ahora sí es el momento de decir que el Mirandés tiene ante sí, aunque no sea el de mañana el último partido de la temporada, una auténtica final. Se la juegan los rojillos en el Carlos Belmomnte contra el Albacete, que ya tiene asegurada su permanencia en Segunda.
En el choque ante el conjunto castellano manchego va a tener que demostrar el equipo de Alessio Lisci que el Mirandés es un auténtico equipo, quizás habría que decir que un Equipo, en mayúsculas, porque es lo que en estos momentos se precisa para afrontar la recta final; un bloque que trabaje unido, al unísono, que afronte el partido sabiendo que todos tienen que remar en la misma dirección sin escatimar esfuerzos.
El trabajo colectivo es primordial en un equipo como el rojillo en el que aun habiendo buenas individualidades no es eso lo que prima, y eso se ha demostrado en diferentes partidos durante la temporada. Si se echa la vista atrás y se ve el resultado conseguido en el último partido que se ganó en Anduva, el valiosísimo 2-1 frente al Burgos. Ese día los once que estaban sobre el césped –los titulares y los que fueron incorporándose al partido con el paso de los minutos– defendían con uñas y dientes cuando tocaba, nadie rehuía el esfuerzo, y en el momento en el que los rojillos se convertían en los dueños del balón y había opciones de ataque, se miraba al área contraria con convencimiento, pensando que iba a ser posible, como así fue en dos ocasiones, perforar la portería contraria. Trabajando en bloque, como un equipo se ganó y es por lo tanto un buen ejemplo para que todos los jugadores rojillos tengan claro –entendemos que lo tienen– cuál es el camino que hay que seguir para poder encarrilar definitivamente la ansiada permanencia.
Es evidente que no hay ningún partido igual a otro, que son muchos los factores que determinan su desarrollo, que los rivales marcan la manera en la que el equipo puede hacer su juego, y permite o no que se haga realidad el plan de partido que cada uno tiene en la cabeza. Dicho esto está claro que para poder hacer realidad el encuentro soñado por técnico y jugadores para esta tarde en el Carlos Belmonte, donde el Mirandés tiene como objetivos marcar primero, no encajar y lograr la victoria, no sería malo evocar y ser capaces de repetir lo que se hizo en el derbi que tan buen sabor de boca dejó en jugadores y afición.
A las seis y media echará a rodar el esférico en el campo del Albacete, en ese Carlos Belmonte en el que los aficionados locales tienen la intención de celebrar una fiesta porque se despiden por esta temporada de su equipo que llega a esta jornada con los deberes hechos. Al Mirandés le queda aún una asignatura pendiente y tiene un importante examen.
El equipo tendrá que saltar al verde convencido de sus posibilidades, concentrado como nunca y con personalidad. Habrá nervios, seguro, pero tendrán que controlarlos para buscarle las cosquillas al Alba y aprovecharse de la previsible relajación que tendrán después de haber logrado su objetivo. El Mirandés tiene el suyo a tiro y ganar allanaría sobremanera el camino.
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