
Inmaculada Domínguez
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Inmaculada Domínguez
Raúl Canales
Miranda de Ebro
Viernes, 9 de mayo 2025, 00:08
Profesora en la Universidad de Extremadura, Inmaculada Domínguez es una de las mayores expertas del país en sistemas de prestación social y dirige un proyecto ... sobre violencia económica, además de haber participado en más de una veintena de libros. Ayer ofreció una charla dentro de las jornadas Marisa Villaquirán.
–La violencia económica forma parte de esas violencias denominadas silenciosas.
–Sí, porque no es tan visible como la física pero existe, y muchas veces una está en el origen de la otra. Además tiene una particularidad, y es que se puede ejercer incluso después de la separación. Cuando una pareja se separa, la violencia física o sexual es más complicado que pueda repetirse, pero la económica, sobre todo si hay hijos, puede continuar infinitamente con el retraso en el pago de la pensión o de los gastos comunes.
–¿Cuándo se habla de violencia económica?
–Cuando hay una intención clara con el control. Que una familia lleve un control de los gastos para llegar a fin de mes es lógico, pero no es normal que uno de los dos controle lo que gasta el otro o que la mujer tenga que pedir autorización y dinero para cualquier compra cotidiana. Si existe una asimetría de poder, hay violencia económica.
–El control es una de las manifestaciones más visibles, pero ¿hay más formas de ejercerla?
–Si, por ejemplo el sabotaje laboral, que consiste en limitar el acceso de la mujer al mercado laboral o dificultar que se pueda formar para mejorar en su profesión. También está la explotación laboral, que se da cuando la mujer trabaja e ingresa dinero en casa pero el hombre no aporta lo que gana, genera deudas que ella tiene que cubrir a base de trabajar más, facturas sin pagar,...
–La incorporación de la mujer al mercado laboral en las últimas décadas, ¿ha reducido la explotación económica o solo ha mutado en sus formas?
–Cuando la mayoría de mujeres eran amas de casa, era más fácil que se ejerciera esa violencia mediante el control del dinero. Ahora se da más sutilmente con el sabotaje o la explotación. Si analizamos los datos de las empresas, veremos que la mayoría de jornadas parciales son de mujeres y aún existe brecha salarial. Eso genera una desigualdad económica dentro del hogar aunque los dos miembros de la pareja trabajen. Casi siempre el varón gana más dinero.
–¿Es un error pensar que la violencia económica depende de la clase social?
–Totalmente. Si alguien piensa que se da solo en familias de rentas bajas está muy equivocado, porque quizá es al contrario. En las parejas con un nivel muy alto, casi siempre gana más el hombre, incluso aunque tengan la misma profesión. Por ejemplo, si son dos médicos, lo habitual es que quien pase consulta privada por las tardes sea él, lo que ya genera una desigualdad salarial que luego puede repercutir.
–La romantización del hombre que paga todo e invita a la mujer, ¿está otra vez en auge por culpa de las redes sociales?
–Sí, y es un mensaje muy peligroso que cala entre los jóvenes. El problema es que se normaliza la violencia económica. Culturalmente nos cuesta hablar con nuestros amigos de dinero porque lo consideramos algo privado, y mientras que en otros tipos de violencia hemos avanzado, en esta vamos más lento. Si nos enteramos de que un amigo pega a su mujer, seguramente tomaremos cartas en el asunto. Sin embargo, cuando nos dicen que se retrasa en los pagos de la pensión, pocas veces lo tomamos tan en serio. Igual que pasaba antes con el maltrato físico, con la violencia económica seguimos pensando que son cosas de pareja en las que no tenemos que meternos.
–El primer paso para combatirla, ¿es un cambio legislativo?
–El último pacto de Estado va a traerlos porque se reconoce tanto la violencia digital como la económica, que es algo que hace mucho que estamos reclamando. Ahora mismo si hay retrasos en los pagos de pensiones tienes que ir al juzgado civil y esperar mucho tiempo, porque no está tipificado como delito específico. Además, esas reclamaciones también tienen un coste en abogados que la víctima no puede asumir.
–¿Qué otras medidas son necesarias?
–El modelo inglés es bastante bueno. Hay líneas de ayudas para las mujeres que sufren violencia económica y los bancos trabajan mucho con el aspecto informativo. Estamos muy acostumbrados a asociar la economía doméstica a la mujer y normalizar que de las inversiones o seguros se ocupa el hombre. En Inglaterra se trabaja mucho que la información financiera llegue a las dos personas de la pareja y antes de dar cualquier paso, los dos tengan claro todo. En España todavía hay mucha gente a la que le parece que si en el momento de casarnos pedimos la separación de bienes es porque estamos ya pensando en separarnos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.