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Raúl Canales
Viernes, 7 de febrero 2025, 00:01
. Lleva poco más de un año como sindicalista activa pero ha mamado las siglas de Comisiones Obreras desde niña por herencia familiar, ya que ... creció viendo a sus tíos pegar carteles de madrugada o imprimir de forma clandestina las octavillas que se lanzaban luego en las puertas de las fábricas en un país que intentaba dejar atrás el blanco y negro de la dictadura. Trabajadora de servicios de un instituto, Leticia Ruiz de Arcaute ha decidido dar un paso al frente y asumir la secretaría comarcal convencida de que el sindicato con más representación en la ciudad necesita aire fresco.
–¿Qué le ha motivado a asumir una responsabilidad tan grande cuando apenas lleva quince meses como liberada sindical?
–Nunca había tenido la oportunidad de dedicarme tan a fondo a la labor sindical y no sabía que me gustaba tanto. Por lo que dicen mis compañeros se me da bien y tengo muchas ideas que creo que pueden dar un impulso a Comisiones Obreras.
–¿Cuáles son los principales retos a corto plazo?
–Lo primero, tener más contacto con los delegados y brindarles más formación sobre las consultas más comunes que hacen los trabajadores, para que no se focalice todo en la asesora sindical y que los servicios jurídicos solo intervengan en los casos estrictamente necesarios. También me gustaría conseguir en los próximos años un relevo generacional en la afiliación. Para llegar a los jóvenes necesitamos ser cercanos a sus inquietudes y que podamos explicarles qué es un sindicato y para qué puede serles útil.
–En los tiempos actuales, ¿qué debe tener un buen sindicalista?
–Principios y bases. Yo sé de dónde vengo, que es de una familia de clase obrera con conciencia de clase a la que nadie le ha regalado nunca nada. En cuarenta años de democracia se han conseguido muchas cosas, pero los derechos conquistados no han sido gratis, sino que los disfrutamos gracias a que mucha gente ha arriesgado hasta su vida. Ha sido la lucha sindical la que nos ha hecho avanzar, pero todo eso se puede perder en muy poco tiempo si no lo defendemos.
–Habla de conciencia de clase, un término que en estos tiempos casi suena obsoleto. ¿Necesita el sindicalismo cambiar su discurso para llegar a los trabajadores o debe recuperar el componente ideológico que ha ido perdiendo?
–Personalmente creo que tenemos que reforzar el peso ideológico, porque hoy todos nos hemos tragado el cuento de la clase media. La pregunta es si alguien que cobra 1.000 euros y tiene problemas para llegar a fin de mes se puede considerar clase media. Necesitamos buscar nuevas herramientas para que los trabajadores se acerquen a los sindicatos, y una de las prioridades, en Miranda, es recuperar la calle. Para eso tenemos que volver a ilusionar a la gente, porque ahora mismo nos cuesta movilizarnos hasta para defender empresas que son referentes en Miranda. Las últimas manifestaciones son el mejor ejemplo, porque ni siquiera hay concentraciones masivas por la sanidad. Tenemos que entender que defender cada puesto de trabajo es defender a la larga el nuestro, pero sobre todo, es defender nuestra ciudad.
– ¿Ha sabido canalizar mejor el descontento social de los últimos años la derecha para ocupar el espacio que históricamente pertenecía a la izquierda?
–Sin duda. El mensaje de la ultraderecha cala más rápido porque es mucho más fácil culpar a otro de tus problemas, sobre todo si al que se señala es a una minoría marginada, que implicarte y luchar por cambiar las cosas.
–¿Cómo ve el mercado laboral en Miranda?
–Están llegando empresas, pero la mayoría son del sector logístico, que ofrece condiciones y salarios muy precarios. Hemos pasado de ser una ciudad industrial a ser una ciudad logística, y eso a nivel laboral es nefasto.
–¿Qué capacidad de influencia tienen los sindicatos en la política de captación de empresas de la ciudad?
–Limitada, porque no somos dueños de suelo ni gestionamos los polígonos, pero podemos presionar para que las instituciones velen porque las empresas que llegan ofrezcan unas condiciones mínimas y luego negociar buenos convenios. En ese sentido, Miranda cometería un error si no diversifica su reindustrialización y se centra solo en la logística porque el mayor desafío es volver a conseguir empresas motoras que garanticen cierta estabilidad.
–¿Qué sectores son los más fuertes dentro del sindicato?
–Industria es el que más afiliados aporta, pero los servicios públicos están también en auge. Mi intención es incrementar el número total.
–Las estadísticas reflejan que un mínimo porcentaje de trabajadores está afiliado a un sindicato, ¿a que se debe esa falta de credibilidad?
–Es una pregunta difícil porque hay muchos factores que influyen. Seguramente los sindicatos tenemos parte de culpa en la desmovilización que se ha producido en los últimos años, pero también hay otras cuestiones que se deben tener en cuenta como las represalias que todavía sufren las personas que se significan mucho en ciertas empresas o el tema de la conciliación familiar. La mayoría prefiere ir a casa y estar con sus hijos cuando sale de trabajar que dedicar un par de horas a la lucha sindical.
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