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María Ángeles Crespo
Lunes, 9 de junio 2025, 13:56
Ha sido en la madrugada del lunes, cerca de las cuatro, cuando el puesto de Gloria Velázquez ha sido pasto de las llamas. Podría haber ... sido una circunstancia fortuita pero no, tanto ella, como otros vendedores, denunciaron que se trata de un ataque racista ya que «desde el primer día algunos jóvenes venían diciéndonos, peruanos de mierda iros a vuestro país».
Ella es originaria de él y en estos momentos está viviendo «una pesadilla. Esta es mi forma de vida y ahora no sé que voy a hacer» comentaba en un mar de lágrimas después de que el fuego arrasara absolutamente todo. No le quedó ninguna mercancía para poder continuar en otro lugar con su forma de vida.
Según ella misma comentó, poco antes de que las llamas prendieran en su puesto intentaron quemar otros aledaños. «Tenían la intención de quemarlos todos. Sean quienes sena los que lo han hecho, que según parece los que venían amenazando eran un chico y una chica de unos catorce o quince años, son unos hijas de mala madre. Saben las consecuencias que podría haber tenido este fuego».
Lo decía porque al margen de las pérdidas económicas incalculables en su caso y que le van a suponer «tener que empezar de cero», entre su puesto y el de Néstor Cachimuel, «había un moreno durmiendo. Cuando hemos empezado a apagar el fuego estaba totalmente dormido. Si no llegamos a aparecer podría haberse quemado» apuntaba el vendedor ecuatoriano, testigo también de las amenazas y que reclamaba que «alguien de la administración de la cara, se nos cobra por estar aquí y creemos que nos tendrían que ayudar».
Presentaron la denuncia y estaban pesarosos porque a las doce del mediodía no se había presentado nadie para prestarles apoyo ante la situación que estaban viviendo.
En lo que quedaba del puesto Gloria Vázquez, que tenía claro que «yo no volveré nunca más a esta ciudad», colocó un cártel pidiendo la colaboración de los mirandeses y mirandesas, que a medida que se iban acercando a la zona y veían lo que había ocurrido, aportaban sus donativos. Muchos comentaban al hacerlo que «es una vergüenza, no hay derecho que hagan esto a gente que se gana honradamente la vida con este trabajo».
La quema de este puesto ha pasado quizás más desapercibida de lo que debiera por el hecho de que en esta jornada Miranda está en San Juan.
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