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R. Canales / T. Caballero
Miranda de Ebro
Jueves, 16 de enero 2025, 00:02
El 7 de diciembre de 2004 está grabado en la memoria de todos los mirandeses. Es la fecha de la desaparición de Marisa Villaquirán, cuyo nombre forma parte de la historia de la ciudad. Veinte años después, según ha podido saber EL CORREO, una nueva ... pista ha dado un giro inesperado a un suceso que nunca pudo cerrarse por completo, ya que su expareja, Rafel Gabarri, fue condenado por detención ilegal pero nunca pudo ser juzgado por asesinato al no aparecer el cuerpo.
Las fuerzas de seguridad se volcaron durante años en su búsqueda, una comisión ciudadana se movilizó de forma constante para que la repercusión mediática no se enfriara y las paredes de la ciudad se llenaron durante mucho tiempo de fotos con su cara. Todos los esfuerzos fueron en vano y, finalmente, hubo que acabar tirando la toalla ante la ausencia de más pruebas a las que aferrarse.
Sin embargo, Policía Nacional ha decidido reabrir el caso tras dos décadas sin novedades al tener una nueva línea de investigación de la que tirar. Cuando ya se daba por hecho que el paradero de Villaquirán se convertiría en uno de esos misterios sin resolver, se abre una puerta a la esperanza para dar respuesta a la pregunta que aún atormenta a la familia y a todos los mirandeses: ¿dónde está Marisa?
La desaparición de la mujer de 38 años conmocionó a la sociedad y se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia machista desde aquella mañana en la que fue obligada a subir a un coche por su expareja, concretamente en la calle Francisco Cantera. Varios testigos presenciaron la escena en la que era sacada contra su voluntad del portal en el que trabajaba limpiando, la última vez que fue vista con vida, ya que a partir de ahí su rastro se perdió para siempre.
El principal acusado fue condenado a más de 14 años de cárcel por detención ilegal y violencia doméstica; mientras que a su cómplice, Isaac Duval, le cayeron ocho años al quedar acreditado que era la persona que conducía el vehículo. Ambos se encuentran ya en libertad tras haber cumplido su pena.
Desde un primer momento todas las partes implicadas en el operativo tuvieron claro que Marisa no estaba viva, aunque algunas pruebas falsas trataron de arrojar dudas al respecto y alimentar la teoría de la fuga voluntaria.
Para las fuerzas de seguridad el caso llegó a ser casi una obsesión y se siguieron todo tipo de pistas, por inverosímiles que pudieran parecer. La búsqueda se centró en el vertedero, llegando a utilizarse los últimos dispositivos tecnológicos del momento, pero sin resultado. Que la denuncia se presentara unos días más tarde, ya que la madre de Marisa estaba fuera de la ciudad cuando ocurrieron los hechos, dio tiempo suficiente al agresor para deshacerse del cuerpo. También fue muy cuestionada la actuación policial durante las primeras horas de la desaparición, perdiendo un tiempo fundamental.
La presión social hizo que el caso se mantuviera vivo durante muchos años, pero sin muchas novedades en la investigación policial. Ahora, según han confirmado diferentes fuentes a ELCORREO, hay una nueva línea de investigación que puede ayudar a arrojar luz y Policía Nacional está tratando de comprobar su veracidad.
No es la primera vez que sucede algo así, ya que en 2017 también surgió una hipótesis diferente, pero poco después fue descartada. Veinte años más tarde, los agentes son más optimistas respecto a la nueva línea que se acaba de abrir aunque todavía quedan cabos por atar. La ciudad espera que esta vez sea la definitiva para poder cerrar una herida que nunca ha dejado de sangrar y poner fin así al caso de violencia de género más extremo, junto al de Ana Belén, de la historia de Miranda.
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