Orgullo de pertenencia al barrio
Las Matillas. ·
Su reivindicativa asociación de vecinos prepara actividades para celebrar sus bodas de oroProbablemente uno de los barrios con más sensación de barrio entre sus vecinos sea el de Las Matillas y puede que algo que ayuda para ... que eso ocurra sea la especial localización de los edificios que lo conforman. La N-1; esa carretera que tantas veces los puso en pie años atrás, es la barrera que separa físicamente sus límites del resto de la ciudad, y en ellos conviven mirandeses de toda la vida, emigrantes que llegaron de otras provincias más o menos cercanas atraídos por el auge industrial de la ciudad en los años 70, y migrantes procedentes de otros países, con Portugal a la cabeza. Unos y otros han ido aportando algo y lo que han conseguido es que «cuando alguien nuevo llega, igual al principio está reticente pero muy poco tiempo después ya no quiere marcharse y eso es para los que ya estamos aquí desde hace tiempo un orgullo», apunta la presidenta de la asociación de vecinos, Verónica Fernández de Aránguiz.
Una entidad que ha sido siempre un punto de encuentro para solventar los problemas que se presentaban, y que lleva siendo el referente desde hace ya cincuenta años, «y eso tenemos que celebrarlo». Por eso piensan ya en ver si encuentran una fecha «que podría ser en septiembre», para hacer algo especial por estas cinco décadas. Ya en las fiestas del barrio, en mayo, se recordó el aniversario, se tendrá en cuenta también el próximo día 24 en la fiesta de verano y para la conmemoración están pensando en una exposición de fotografías, charlas con personas que han tenido experiencias importantes para el barrio, «y ya veremos que más, está la cosa aún un poco verde, pero algo haremos».
Ideas no faltarán, y probablemente colaboración tampoco; es algo que puede afirmarse teniendo en cuenta que la respuesta al llamamiento de la presidenta para hablar del pasado y el presente de la asociación congregó a vecinos veteranos que en tiempos pasados estuvieron al frente de la asociación y a otros más jóvenes.
Rebuscando entre la documentación aparece la fecha del 5 de mayo de 1973 como la del registro de la Asociación de Cabezas de Familia, «que era como podía constituirse porque en aquella época estaba prohibido crear asociaciones de vecinos». Antes de poder llegar a llamarse legalmente así, tuvo la entidad otra curiosa denominación. Durante algún tiempo fue una Asociación para la Defensa de los Intereses Familiares, El cambio se hizo porque «para que pudieran entrar mujeres como socias, ya que si era una asociación de cabezas de familia no podían».
«Cuando llega alguien nuevo al principio es reticente, pero luego no quiere marcharse»
Barrio heterogéneo
Es el de Las Matillas un barrio en el que conviven personas de muy diversos niveles económicos y culturales y comentan los más veteranos que la asociación surgió por el trabajo que hizo «el cura Agustín Peña, creó conciencia de barrio y de comunidad y fue capaz de conseguir que todos trabajaran en conjunto en beneficio de todos. La asociación nació desde abajo; se creó la parroquia, que no teníamos y a partir de ahí todo lo demás», recuerda Javi.
Incide en ese buen hacer del párroco, Pochón, que no quiere dejar de poner en valor que «en un barrio con tantas diferencias entre unos trabajadores y otros, la gente de Nuclenor que se implicó hizo maravillas, ellos tenían la posibilidad de que se les abrieran puertas que a otros no se nos abrían, y se formó la forma de vida tan particular que tiene el barrio». De la nada y «con su trabajo y gestión», se llegó a disponer de guardería infantil, un centro de promoción de la mujer, un centro de ancianos y el colegios que arrancó con 24 aulas.
Se consiguieron servicios que en otros lugares de la ciudad no había, y al haberse creado lo que todos entienden que es una conciencia de barrio que les distingue, se empezaron a percibir las carencias y comenzó la asociación a convertirse en adalid del movimiento vecinal y sus peticiones a veces traspasaron el propio ámbito de Las Matillas.
Para lograr que se colocara un semáforo, que llegó no sin años de pelea fueron muchas las jornadas en las que los vecinos caminaban una y otra vez por el paso de peatones, paralizando el tráfico. Como querían disponer, tal y como ocurría en el resto de la ciudad de contenedores de vidrio, no tuvieron problemas para acercarse hasta los soportales del Ayuntamiento con su cargamento de botellas. «Esas son algunas de las cosas que se hicieron y que ahora recordamos con nostalgia y con orgullo», evocan Conchi, Cristina o Benilde.
No es que los vecinos agradezcan tener carencias, no, pero sí creen que «cómo hemos tenido muchas eso ha hecho que nos hayamos ido concienciando y sea este barrio como es, reivindicativo y solidario». Prueba de esto último es que ahí están siempre desde la asociación apoyando causas solidarias como puede ser la del Sáhara. Allí hay una camella que pudo llevar con esos fondos Araico, que se llama Matilla.
Ahora forman parte de la asociación alrededor de 120 familias y sus responsables siguen pidiendo mejoras «como una solución a la calle Los Tilos, evitar que los coches atajen por el barrio para ir a la nacional , que se mejore la limpieza; cuestiones a las que, como en cualquier otro barrio, tenemos derecho». Celebrarán su aniversario y habrá fiesta, seguro, pero no cabe duda de que no faltará reivindicación.
La asociación posibilita que se tenga conciencia y orgullo de barrio y creen que para engrandecer eso sería bueno «crear la figura del educador de calle para Matillas y otros barrios. Vamos a pelear por conseguirlo».
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