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La posibilidad de mejorar las condiciones de habitabilidad de una vivienda, con ayudas que pueden cubrir hasta el 80% de la inversión en actuaciones de eficiencia energética, está despertando el interés de un buen número de vecinos de Aquende y varias zonas aledañas al otro ... lado del Ebro.
De hecho, la oficina de rehabilitación abierta hace mes y medio por la Asociación Renacimiento del Centro Histórico está inmersa en la redacción de tres proyectos de intervención de los que se beneficiarán 23 vecinos y que confían en poder presentar en la Junta en unas semanas, para iniciar la solicitud de fondos europeos de cara a la ejecución de las obras.
De las tres propuestas de reforma que se están midiendo y calculando, destaca la que atañe a dos portales de la Barriada de San Juan del Monte y que suman 18 viviendas. Ahí ya han aprobado el acta para hacer el libro del edificio. El primer paso a dar. Se trata de un bloque en el que «no se han hecho muchas reformas, así que esperamos que el cálculo de reducción del consumo energético que se puede alcanzar nos permita llegar a una subvención que cubra el 80% del presupuesto, para aislar la cubierta y la fachada y sustituir las ventanas», explicó Paula Pérez, arquitecta que está al frente de la oficina.
En paralelo se está trabajando para definir la intervención y el ahorro energético al que se podrá llegar en el número 19 de la Plaza del Mercado, que cuenta con cinco viviendas además de locales, para los que también se pueden obtener ayudas. También está en cartera el cálculo de la eficiencia y, por tanto, de la subvención que se puede obtener en el caso de Real Aquende 59, un inmueble con dos viviendas y grandes miradores con vistas a la Plaza de España.
Pendiente está de confirmar la apuesta de los titulares de los titulares de dos edificios que, por su ubicación, se consideran «muy interesantes». Se trata de los dos situados en las esquinas de Real Aquende con la Plaza de España. Uno de ellos acoge en el bajo el Museo de los Faroles y sobre él se levantan tres plantas más con balcones en ambas fachadas. Un inmueble señorial pero que luce un aspecto bastante deteriorado.
El otro, situado justo en frente, cuenta con tres pisos, uno por planta con galería en esquina, y un bar en la lonja.
Al mismo tiempo, en la oficina se está trabajando en la elaboración del libro del edificio de varios bloques residenciales más, uno de ellos es el que acoge en el bajo la propia sede de la asociación. A estas tareas confían en sumar el 'encargo' de varios estudios más de bloques a ambos lados del Ebro, con los que tienen pendientes algunas reuniones más para tratar de concretar las posibilidades que ven.
Aunque Pérez reconoce que la propuesta está teniendo mejor acogida en la margen derecha del Ebro que entre los residentes que en Allende se encuentran incluidos dentro del área del PERI (Plan Especial de Reforma Interior).
«Es verdad que es complicado dar el paso de solicitar la ayuda porque para hacerlo hay que poner de acuerdo a varios vecinos; pero, realmente, es algo que es tangible y se puede hacer», destacó la responsable de la oficina, animando a acudir, al menos, a informarse. Algo que, reconoce, ya están haciendo bastantes mirandeses.
Pero cuantos más, mejor; porque la asociación se había fijado como objetivo llegar a rehabilitar bloques que sumen unas 200 viviendas. Un reto ambicioso, teniendo en cuenta que tienen hasta finales de junio para presentar los proyectos si quieren llegar a tiempo para acogerse a las ayudas.
De manera paralela, el colectivo, a través de la comisión de obra nueva, espera presentar en las próximas semanas al Ayuntamiento un estudio con los solares vacíos y opciones de uso. También a final de mes esperan poder firmar el convenio de colaboración con la administración local.
De todo ello y también de las potencialidades del Centro Histórico de Miranda, pese a que ahora llame más la atención su deterioro, se habló ayer por la tarde en un acto celebrado en el Teatro Apolo para presentar la asociación que echó a andar hace unos meses, explicar el plan de rehabilitación en el que se trabaja y abordar las claves para conseguirlo.
Considerado el 'padre' de la transformación de Bilbao, durante su época de alcalde de la capital vizcaína, Ibon Areso tiene claro que cambiar la fisonomía de una ciudad es un trabajo conjunto que requiere la implicación de las administraciones públicas pero también del sector privado. Si no se va de la mano, es imposible cumplir el objetivo. Aunque Areso no es especialista en rehabilitación urbana, considera que la recuperación del Casco Histórico «ayudaría a la estrategia de captación de empresas» que desde hace tiempo sigue Miranda ya que supondría un complemento a la industria y un impulso para reactivar otros sectores como el turismo o la hostelería. «Es un punto de partida importante para que Miranda deje de ser un lugar de paso y sea punto de destino», asegura Areso. Con Bilbao siempre como referencia, a pequeña escala Miranda también quiere completar su propia metamorfosis. El parque temático del ferrocarril sería su Guggenheim y contar con un Casco Histórico recuperado es un atractivo más para los visitantes, «pero es algo que necesita tiempo e inversión. Son proyectos a diez o quince años».
Las calles del Casco Viejo encierran la esencia original de la ciudad. Miranda nació a los pies del Ebro y no fue hasta el siglo XX cuando su expansión obligó a la población a asentarse masivamente en la otra orilla del río. «No conozco a muchas ciudades que dejen perder su patrimonio como hacemos aquí», asegura Carlos Diez Javiz, archivero municipal durante décadas y una de las personas que más ha tratado de preservar la historia local. «La realidad es que nunca ha interesado llevar a cabo una actuación integral. Ni siquiera en los años 80 y 90, cuando ya se estaba degradando mientras el resto de la ciudad experimentaba un boom urbanístico», recuerda. Por este motivo, Diez Javiz celebra iniciativas como la de la nueva asociación. «Nuestro Casco Histórico está considerado Bien de Interés Cultural (BIC) pero es algo que siempre se olvida». Tiene claro que la recuperación no pasa por rehabilitar un par de edificios sino por una apuesta mucho más decidida que ponga en valor el origen de Miranda y su patrimonio. «Solo espero que no lleguemos ya tarde porque vamos con mucho retraso», apunta.
El proyecto de recuperación del Casco Histórico de Miranda tiene una peculiaridad, que ha surgido de la base y no de las altas esferas institucionales. «Es gente de a pie y profesionales los que se han unido para implicar a otros profesionales, a la sociedad y a las administraciones», valora Gonzalo Arroita, quien destaca esta característica porque otorga «una base muy sólida» sobre la que trabajar. En su opinión, lo primordial es que los mirandeses entiendan que recuperar la Parte Vieja es tarea de todos porque redundará en una mejora de la calidad de vida de todos los vecinos. «Antes de que se recuperara la zona antigua de Bilbao, la mayoría apenas pasábamos por ella. Ahora está llena de gente joven, vamos a restaurantes, actividades culturales,... es parte esencial en nuestra vida social». Además, atrae turistas. «La gente cuando va a una ciudad quiere ver la parte histórica, y la de Miranda, además es muy accesible porque se puede recorrer fácilmente caminando y está junto al río. Hay que elaborar un plan a diez años pero que pueda empezar a ejecutarse ya para aprovechar las ayudas europeas», apunta.
Las fórmulas clásicas para revitalizar la Parte Vieja no han dado resultado. El mejor ejemplo es que las ayudas municipales para abrir nuevos comercios suelen quedar desiertas. Para Alberto Julián Vigalondo, que fue director del Área de Rehabilitación del Casco Histórico durante cinco años, es necesario dar una vuelta de tuerca a la idea. «Tenemos que pensar nuevos usos para dar vida al barrio», asegura. Dar con la tecla no es fácil pero «no podemos confiar todo en el pequeño comercio o la hostelería, que son sectores que tampoco pasan por su mejor momento, ni dejar el Casco Histórico a la deriva como hasta ahora». Para Vigalondo, el marco de referencia para trabajar es el plan estratégico recientemente presentado y que define una hoja de ruta a nivel local hasta 2030. En ese documento ya se establecen algunas propuestas. A partir de ahí, con otras localidades como espejo y recopilando opiniones de expertos, Vigalondo considera que la ciudad cuenta con personas muy capacitadas para dar otro enfoque al barrio. «Nadie va a venir a solucionarnos las cosas; tenemos que ser los mirandeses quienes lo hagamos».
«La gente quiere envejecer en su casa», asegura Daniel Gómez, al que la experiencia profesional le ha enseñado que para cumplir ese deseo es imprescindible que las viviendas tengan accesibilidad y eficiencia energética. Sin ascensor, muchos tienen que abandonar su hogar cuando ya no pueden subir escaleras. Si el gasto en calefacción se dispara, también. Así que recuperar las viviendas del Casco Histórico es el primer paso. «Si no hay vecinos, tampoco van a llegar las tiendas ni los bares porque nadie invierte para montar un negocio si no hay potenciales clientes», asegura. Aunque las obras son molestas, Gómez hace un llamamiento a los vecinos, sobre todo a aquellos de edad más avanzada, para que piensen en presente, pero sobre todo en futuro. «No es lo mismo dejar en herencia un piso con todas las comodidades que una casa vieja que es imposible alquilar o vender», explica este arquitecto, que celebra la apertura de una oficina porque «para que un proyecto funcione, es fundamental escuchar a los vecinos, que es algo que muchas veces a las administraciones se les olvida.
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