Gonzalo del Val
El músico mirandés se sube este sábado al escenario del Apolo con su proyecto 'Lamentos Mestizos', dedicado a la música mexicana
Cristina Ortiz
Martes, 14 de octubre 2025, 23:57
El cambio no le asusta a Gonzalo del Val. Más bien al revés, le motiva, le inspira y lo disfruta. Y eso es algo que ... se nota cuando habla de 'Lamentos Mestizos', un trabajo que compartirá con los mirandeses este sábado en el Teatro Apolo (20.00 horas), donde trasladará su forma de entender la música mexicana. Música redescubierta en sus giras por ese país, pero a través de la que ha hecho también un viaje a la infancia.
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–¿Cómo llegó a la música mexicana y a elegirla para un proyecto tan alejado de todo lo anterior?
–Redescubrí la música mexicana en las dos primeras giras que hice allí. Me di cuenta que era la música de mi familia y también de parte de mi adolescencia, me sabía todas las letras. Entonces fue cuando decidí que ésa iba a ser la fuente de inspiración para un nuevo proyecto, que incluiría voz y no sería sólo instrumental, al que empecé a darle vueltas después de mi disco 'Tornaviaje'.
– ¿Cómo se gestó el proceso creativo hasta llegar a 'Lamentos Mestizos'?
–Lo primero que hice fue seleccionar una serie de canciones dentro del inmenso repertorio mexicano de la canción. Para ello conté con la ayuda del guitarrista Luis Giménez, junto al que he hecho los arreglos para quinteto y la producción del disco. A partir de ahí, tenía claro que lo iba a hacer con Valentina Marentes, porque cuando la conocí me sorprendió su sensibilidad y su conocimiento de la raíz mexicana. Con todo ya decidido, preparamos una gira por España en la que al finalizar grabamos el disco. Así fue como surgió.
–Gira que sirvió de ensayo y de toma de contacto de todo el grupo. Arriesgado, ¿no?
–Sí. La gira fue la ocasión para juntarnos y ver que el proyecto tenía alma y que aquello que yo me había imaginado, funcionaba. Además, como la grabación se hizo al final pudimos trabajar todos los temas, cambiar las cosas que no nos convencían...
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–Esa fórmula de trabajo también permitió conocer la respuesta del público antes de grabar.
–Era interesante ver que esa música tenía un público y posibilidades en todos los sentidos;aunque quizá era lo que menos me preocupaba. Siempre confío en lo que quiero hacer y cómo lo quiero hacer para luego exponerlo. Cuando la música es muy honesta y muy sincera la gente empieza a creer en ella y a disfrutarla.
–¿Ha sido difícil contemporaneizar la música de raíz mexicana?
–Desde el principio, cuando empezamos a hacer los arreglos, tuve muy claro que podía trasladar esos temas de raíz y tradición mexicana a mi perspectiva actual, con todas mis herramientas. Aunque llevarlo a cabo no ha sido nada fácil. La canción mexicana es un producto muy estandarizado y encasillado y había que conseguir que un repertorio de hora y media no sonara todo igual y se escucharan cosas muy diferenciadas. Y, honestamente, creo que lo conseguimos. Se trataba de absorber otra cultura diferente, pero también de aportar algo. De ahí lo de mestizaje. No quería hacer un homenaje a esa música, sino una interpretación.
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–Aunque eso aumentara el riesgo, porque el proyecto podía no encajar ni a los amantes de las rancheras ni a los del jazz.
–De hecho, los medios más jazzísticos han visto este producto como muy pegado a la canción y los dedicados a la canción como un disco superjazz. Pero es algo que me encanta, romper moldes y etiquetas. Las etiquetas son una reducción de la realidad y ésta es muy compleja, incluso en lo musical.
–Pero más allá del estilo, quizá lo más rompedor o diferenciador de este trabajo sea la voz, ya que todos los trabajos anteriores habían sido puramente instrumentales.
–La voz, en la música, es definitiva. Hace a la obra algo diferente. Hay un texto y una intención en ese texto. Por eso, a la hora de hacer los arreglos pusimos mucho énfasis en que no sonáramos como un cuarteto con una acompañante. Queríamos que la cantante fuera un músico más. Y, en este caso, Valentina Marente, además de un gran bagaje de la música tradicional mexicana, cuenta con un conocimiento del jazz muy potente, con un gran sentido de la improvisación.
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–Su voz se escuchará en el concierto de este sábado en el Apolo, que marca el cierre de una minigira de dos semanas por España. ¿Qué supone acabar en casa?
–Para mí es algo muy especial. Soy nacido en la Parte Vieja, he vivido siempre allí y mis primeras películas las vi en el Apolo. Así que para mí tocar allí es muy especial y me hace mucha ilusión, además de poder estar con familia y amigos. Creo que al público le gustará porque en esta zona tenemos cierta cultura mexicana. Todos hemos escuchado esa música. En el escenario va a haber mucho mestizaje y mucha verdad.
–¿Qué otros proyectos personales tiene en mente?
–Estoy dándole vueltas a un nuevo disco con canciones originales mías que será una vuelta a mis raíces de jazz, a un trío con piano y contrabajo, en las antípodas de 'Lamentos mestizos'. Ése es el germen de un nuevo proyecto aún incipiente.
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–Cuando vuelves a Miranda, ¿cómo percibes la actividad cultural, musical?
–Teniendo en cuenta su tamaño, tiene una actividad cultural muy grande. Hay teatro y música en el Apolo, programaciones como la de Mirajazz... y todo eso, como me pasó a mí, tiene consecuencias. Salen muchos músicos, en cada generación hay cantera y eso es muy bonito. Aunque sí creo que tienen menos oportunidades que nosotros para tocar. Ahora hay muchos conciertos en grandes festivales y en grandes escenarios y para llegar a ellos tienes que tener un bagaje y una carrera. En mis inicios había pequeños espacios que podías usar constantemente. Nosotros tocábamos todos los viernes en la Taberna Samuel y eso es algo que agradeceré siempre, porque fue la mejor formación: tocar, tocar y tocar.
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