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Cristina Ortiz
Domingo, 27 de abril 2025, 00:13
Abrirse camino en el mundo de la moda no es sencillo. Si no lo es vender, mucho menos colocar tus propios diseños en un mercado ... con un gran peso de la ropa barata, de consumo rápido y en el que parece que, cuantas más prendas se adquieran por temporada, mejor. Un concepto del que huyen varios mirandeses que se han lanzado a crear su propia marca, un 'negocio' al que llegaron más por ilusión, pasión e inquietud que pensando en ganar dinero. Algo que tienen claro que es difícil de lograr.
Son muchos los factores a tener en cuenta, además de la aceptación por parte de los clientes, algo que todos han conseguido en los cuatro o cinco años desde que iniciaron su andadura en esa faceta creativa en la que van dando pasos con pies de plomo. En eso, coinciden todos.
Dependen de sus ventas y de que las cuentas cuadren. Por tanto, no se pueden lanzar a hacer grandes colecciones ni a distribuirlas de manera generalizada aunque cuenten con comerciales interesados. Eso significa perder el control de la marca y, sobre todo, de los ingresos; porque el temor a un impago siempre está ahí. Así que, de momento, optan por ser conservadores y crecer de manera lenta pero segura.
Objetivo para el que todos cuentan con el boca a boca y las redes sociales que, además de generar las compras online, sobre todo Instagram, también acercan a mucha gente a las tiendas físicas que tienen abiertas en la ciudad. La dimensión que da a Internet permite que en lugar de salir para vender reciban a gente foránea en sus establecimientos.
Calidad del tejido y diseño para intentar diferenciarse
Carlos Martínez llevaba tiempo dando vueltas a la idea de crear su propia marca de ropa y, cuando se animó, le pilló de lleno el Covid. Pero decidió no renunciar y tratar de mantener a flote un proyecto que complementa su actividad principal, la tienda de ropa para hombres Feeling, que abrió hace 13 años.
Y la perseverancia ha tenido su recompensa, porque a día de hoy Amén, nombre de su marca, representa el 30% de las ventas de su negocio y está presente en seis establecimientos de Vitoria, Bilbao, Mallorca, Burgos, Ondarroa y Huesca; tras lanzarse animado por un representante de camisas al que siempre le pedía cambios en los diseños, en puños, cuellos... «Empecé a crear mis prendas en 2018, en 2019 salió la colección y cuando tocaba vender, en 2020, se paró todo», reconocía.
Pero logró sortear el bache y, desde entonces, ha ido ampliando la gama de prendas. Además de camisas, Amén también tiene sudaderas, camisetas de algodón orgánico básicas y de parche ilustrado –que le hace un diseñador italiano–, así como gorros y calcetines, en invierno.
Todo ello atendiendo a dos premisas: diseño y calidad. De ahí la apuesta, en las camisetas, por contar con un buen tejido orgánico que «cuando te pones la prenda parece que te acaricia»; y, a partir de ahí, imaginar qué motivos quiere plasmar. Este año, para la primavera-verano, le ha dado por lo marinero. En las camisas, para la selección de motivos y telas se deja llevar por lo que le gusta en cada momento.
Aunque pueda parecer sencillo, no lo es. Dar con los proveedores y confeccionistas adecuados le ha llevado su tiempo, además de varias pruebas y cambios.
Pero con fabricar bien no vale, luego hay que vender. Y ahí tiene claro que Instagram ha sido su mejor herramienta, aunque también ha ido a puerta fría con sus diseños y le ha salido bien. Aunque su mejor cliente le contactó por redes desde Mallorca, donde una tienda le pide 2.000 camisetas por temporada. Y podría vender más, pero crecer implica más tiempo de dedicación y tiene claro que la tienda es su negocio principal. «Es lo que me da de comer y donde me encuentro a gusto. Hay una representante de Madrid que lleva 300 puntos de venta que está loca por llevar mi marca, pero siempre le digo que no. Prefiero seguir así, Amén es como mi hobby».
«Apuesto por tener algo pequeñito y muy artesanal»
Marian Asensio lleva tres décadas al frente de Edén, pero hace cuatro años decidió cumplir un sueño y creó Enola Spirit, una marca de ropa que tiene su punto fuerte en las blazer y las sudaderas, aunque su creadora se atreve con todo. «Siempre tuve la inquietud de plasmar mis propios diseños y aportar el valor de las cosas hechas con mimo y atención».
De hecho, muchas de las piezas están cosidas a mano por ella, desde etiquetas, a botonaduras, hombreras exteriores u otros complementos. «Es una parte de mi que va en esa prenda para que la persona que la lleve se sienta especial», explicó Marian; que apuesta por la edición limitada para blazer y abrigos. «Se hacen una o dos por talla. Y también en exclusiva, si alguien quiere una idea concreta».
Concepto que también traslada a las sudaderas y que le ha llevado a hacer una tirada especial para todos los miembros de la familia. «Es algo que me gusta mucho. Es una pieza que sólo van a tener ellos». Es una fórmula de trabajo que también sigue a la hora de diseñar camisetas orgánicas y camisetas.
Además también apuesta con su marca por la sostenibilidad y la producción de proximidad en todo aquello que puede. De hecho, tanto los bordados de sus piezas como las serigrafías se llevan a cabo en Miranda. «Yo no hago fabricaciones grandes porque económicamente es imposible y porque tampoco creo en eso. Apuesto por tener algo pequeñito y muy artesanal», señalaba Marian.
Aunque las prendas ya las compra confeccionadas y, a partir de ahí, tira de creatividad, contando con la ayuda de un profesional, para estampar bocetos imaginados por ella o incorporar elementos a americanas y abrigos. «Tengo una red de colaboradores a los que ya considero amigos», señaló la responsable de Enola, para la que lo esencial es «mantener la ilusión y el amor por mi marca».
Son claves para vencer la barrera económica, la más pesada que arrastran; sobre todo en una época en la que el precio y los descuentos marcan muchas ventas. De ahí que no se haya planteado llevar su marca a otros lugares. Prefiere controlar todo el proceso y mostrar sus colecciones a través de las redes o de sus propias webs. Canal de venta del que dispone hace muchos años y que, ahora mismo, se ha convertido en esencial. «Hay que luchar mucho, este sector está muy machacado».
La recompensa para ella, más allá de en lo económico, está en que las clientas valoran sus propuestas y la calidad de unas prendas que son atemporales, pero con diseño; en oposición a la moda de usar y tirar. Ahora mismo, Enola representa el 60% de sus ventas.
Aunar costura tradicionalcon las tendencias más actuales
e lo virtual a lo 'real'. Las hermanas Fátima y Beatriz Gutiérrez de Rozas se lanzaron a emprender en 2020, creando una marca propia de ropa para bebé que comenzaron a vender por internet y que desde hace tres años se pueden adquirir también en una tienda física en la ciudad.
Un espacio en el que las clientas además de ver puedan tocar sus prendas y que abrieron hace tres años casi por casualidad, por la necesidad de tener un taller con luz natural para coser y más espacio en el que almacenar prendas y materiales. Lugar que, poco tiempo después, ya se había convertido en un punto de visita obligada para mamás y papás que acuden en busca de unos diseños en los que han conseguido fusionar la costura tradicional con las tendencias más actuales en moda de bebé e infantil. Ofrecen productos hechos a mano, con tejidos de algodón 100% orgánico, en una apuesta clara por la calidad.
Distinciones que hacen difícil ser competitivas porque reconocen que, hoy en día, en el mercado, «se pueden encontrar productos hechos al por mayor que dan servicio». Aun así, ellas han optado por tratar de combinar calidad a un coste asequible para un público que valore lo hecho a mano y el trato personal.
Aunque para cumplir con esos objetivos apenas hayan subido los precios desde que comenzaron en 2020, absorbiendo el incremento en los costes de los proveedores para una marca que comenzó elaborando canastillas y que ahora ofrece también ropa para bebés de hasta 5 años.
Además, la tienda les ha permitido generar sinergias con otras marcas que también ponen a disposición de sus clientes. De todos modos, reconocen que ellas siempre intentan que se lleven algo de So Cute, porque «al final es nuestro ojito derecho y por lo que tanto estamos trabajando. Diferenciarse hoy en día es complicado, el mercado es muy competitivo y nuestro objetivo es que esta marca mirandesa sea reconocida a nivel nacional».
Por eso agradecen el respaldo de famosos que no han dudado en usar sus productos para vestir a sus hijos, como Cristina Pedroche, María Pombo, Laura Escanes, Hiba Abouk o Cristiano Ronaldo. «Soñar es de valientes y por eso estamos aquí, pero no vamos a romantizar el hecho de ser autónomas, tu vida depende absolutamente de tus ventas».
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