Los integrantes de Deóbriga Darts en el torneo de Benidorm. E. C.

Miranda recupera la puntería

La posibilidad de jugar on line reactiva la afición por los dardos tras años de declive. El club Deóbriga Darts encabeza el resurgir en la ciudad

Raúl Canales

Sábado, 1 de noviembre 2025, 00:12

De Miranda a Las Vegas. Puede parecer el título de una de esas películas que invitan a echar la siesta en la sobremesa pero es ... el sueño que han perseguido el pasado fin de semana seis integrantes del club Deóbriga Darts. Ganar el campeonato de España otorgaba un billete para la ciudad del pecado, pero antes había que superar a los mejores del país en una cita que congregó en Benidorm a más de 1.500 jugadores.

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Eduardo Carrizo logró un meritorio quinto puesto, pero en la categoría de equipos los representantes mirandeses no tuvieron el acierto necesario, a pesar de contar en sus filas con algunos jugadores que ya saben lo que es subirse a lo más alto del cajón y cruzar el charco para intentar hacer diana en el Mundial. Esta vez no ha podido ser, pero la experiencia ha dejado claro que Miranda está recuperando la pasión por un deporte que vivió épocas de esplendor hace unos años, cuando en muchos de bares era habitual encontrar una diana y a gente joven echando una partida.

En la época de más furor por los dardos la liga local contaba con infinidad de equipos, pero poco a poco esta disciplina deportiva fue pasando de moda. Ahora el club cuenta con tres o cuatro sedes en las que jugar, pero la tecnología ha revolucionado también el mundo de los dardos porque ya no hace falta quedar con un rival: todas las dianas tienen modalidad on line. Eso ha sido clave en su resurgir.

A nivel competición, la nueva fórmula es mucho más atractiva porque permite medirse a gente de todo el país y además con mucha más flexibilidad de horarios. «A veces el problema en la liga local estaba en la dificultad para quedar las ocho personas. Además, al final siempre acababas jugando contra los mismos y resultaba aburrido. Ahora a cualquier hora puedes enfrentarte contra alguien que está a cientos de kilómetros y eso te hace subir tu nivel», explican los integrantes de Deóbriga.

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La parte negativa es que se pierde el contacto cara a cara, cuando «una de las cosas más bonitas que tienen los dardos es conocer gente y poder charlar con el otro mientras juegas».

Y es que a pesar de que requiere ciertas cualidades como la precisión, la puntería o la concentración, los dardos tienen más de actividad social que de deporte. Al menos así se lo toman la mayoría de jugadores no profesionales. «En pocos deportes está bien visto que te tomes una cerveza mientras compites», apuntan entre risas los seis integrantes que estos días han luchado en Benidorm por poner a Miranda en lo más alto, en jornadas maratonianas que arrancaban a primera hora de la mañana y que se prolongaban hasta la medianoche. De forma simultánea se disputaban más de 200 partidas y en todas había público siguiendo de cerca la evolución de cada equipo. «Ha sido un experiencia muy buena y que nos ayudará de cara al futuro», afirman.

«A ciegas»

Hace años, ir a una cita de estas características era enfrentarse a una realidad desconocida porque era complicado evaluar el nivel de los jugadores locales en comparación con el de otras regiones hasta llegar a los torneos. «Ibas a ciegas y no sabías realmente cuál era el nivel que tenías hasta que no empezaba la competición», explican.

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Ahora, como diariamente se compite on line contra rivales de diferentes puntos de la geografía española, es más certero el análisis previo. «Tenemos un nivel más que aceptable y la prueba está en que en las categorías individuales, algunos jugadores se codean con los primeros espadas», remarcan en el club. Por territorios, los contrincantes más temidos son los que proceden de Galicia y Madrid.

«Por norma general, donde mejor se juega es en las ciudades en las que los inviernos son largos y fríos. Al final los dardos es un juego divertido pero que se practica en interior, por lo que es más común que haya más jugadores en los sitios en los que se pasa más tiempo dentro del bar que en las terrazas», explican.

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