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María Ángeles Crespo
Sábado, 19 de abril 2025, 23:03
La Semana Santa es tiempo de vacaciones para muchos y cada uno afronta ese tiempo alejado de las obligaciones diarias pensando en actividades propias de ... estas fechas. Y si es así, de lo que estamos hablando es de tradiciones, unas más ancestrales que otras y más o menos enraizadas, pero tradiciones al fin y al cabo que perviven o se van asentando porque hay quien las sigue.
Está claro que si se habla de Semana Santa lo primero que viene a la mente son las procesiones, actos religiosos que los creyentes siguen por devoción, y que para otros muchos son momentos para disfrutar con el arte de la imaginería que sala a la calle en los pasos procesionales, en Miranda en la jornada de Viernes Santo.
Este año, el Vía Crucis salió puntual y el Santo Entierro al final también, pero no sin cierta incertidumbre dada la gran tormenta que descargó por la tarde y que hizo temer que iba a ser imposible procesionar. Por fortuna la lluvia cesó y hubo procesión.
Ese mismo día, tal y como ya había ocurrido el jueves y como volvió a suceder el sábado, un lugar que se convirtió en punto de encuentro para muchos a partir de la nueve de la noche, fue el Casino. Hace dos año se recuperó el tradicional juego de las chapas, y este año también ha habido público expectante para ver si salían caras o cruces. Más interés tenían los que habían hecho alguna apuesta, pero no faltaron los que acudían por el mero hecho de ver como jugaban otros, jóvenes y veteranos.
Costó que los jugadores se animaran, y como es habitual los que se decidían por apostar, inicialmente cantidades pequeñas, que fueron aumentando, empezaron a adquirir protagonismo a medida que pasaban las horas, después de la media noche fue cuando se animaron todos durante los tres días en los que se permitió este tradicional juego.
Siguiendo con las tradiciones, no faltan las relacionadas con el mundo de la gastronomía. Las torrijas se sirven en muchas mesas. Es un postre que se hace en muchas casas durante estos días y que también se compra en panaderías o pastelerías. Hasta éstas hay que acudir si lo que se quiere degustar es una 'mona' de Pascua. Importada de Cataluña cada año se consumen más, aunque aquí no sólo el Domingo de Resurrección, sino durante todo el período vacacional. Parece que es un manjar que ha venido para quedarse y que se está sumando a otras tradiciones más arraigadas en la ciudad.
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