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Jorge A. López
Miércoles, 9 de diciembre 2020, 23:54
Azucarera cerrará a finales de la próxima semana una campaña que arrancó el 3 de noviembre y que será «satisfactoria», en la que la planta ... mirandesa ha trabajado a su máxima capacidad, con una moltuación de 5.500 toneladas diarias. La industria recibirá de esta forma 220.000 toneladas de remolacha en sus 45 días operativos, aproximadamente un 30 por ciento menos que el pasado ejercicio. Pese a ello, las inversiones realizadas en los últimos años en la planta la convierten en «eficiente y rentable» también con volúmenes inferiores de producción, lo que garantiza su sostenibilidad pese al descenso.
Como explica Isabel Boronat, responsable de Cultivos de Azucarera, la empresa trabaja poniendo el foco en «recuperar» el volumen de trabajo que da la gestión de en torno a 3.000 hectáreas de cultivo con las que se trabajó en 2019, aunque en este 2020, debido a los rigores de la pandemia del Covid-19 y de la infección de cercospora que ha sufrido especialmente el campo riojano, ha caído hasta las 2.200. «Esto -explica Boronat- no pone en riesgo a la planta, porque en los últimos años se ha trabajado duro pensando en que la industria no se vea afectada de manera importante cuando haya años de peor cosecha», reflexiona Boronat. «Sin duda -añade-, cuanto mayor sea el volumen de remolacha molturada, mayor será el margen de ganancia, pero en estos momentos hemos logrado una optimización que nos permite seguir siendo rentables», explica.
Y es que la fábrica de Miranda es la de menor tamaño tiene de las tres que Azucarera tiene en el norte (junto a Toro y La Bañeza), aunque también la de mayor calidad. «Precisamente por eso, hemos hecho aquí un mejor trabajo de optimización de los recursos. Es donde menos hectáreas de cultivo hemos recuperado comparativamente y eso nos ha llevado a mejorar hacia una mayor eficiencia», relata Boronat. ¿Por qué le resulta a la industria remolachera más recuperar el volumen de producción en la comarca mirandesa que en otras? «Por las condiciones de emplotación del suelo, la existencia de cultivos alternativos, la ubicación, con varias comunidades cercanas... Pero -apunta-, las expectativas son crecer el año próximo, incorporando nuevos agricultores».
En estos momentos, la Azucarera de Miranda trabaja con 230 cultivadores, (una media de 10 hectáreas por cabeza), siendo el gran reto captar nuevos cultivadores. «Realmente -especifica la responsable de Cultivos- lo más importante no es aumentar el número de proveedores, sino de hectáreas. Y la tendencia es que se reduzca el número y los que queden tengan explotaciones más extensas, pero hemos puesto el foco en lograr atraer a nuevos profesionales que implanten técnicas de sostenibilidad para fidelizarles en el tiempo», asegura Boronat.
Y es que, pese a que la remolacha ha sido siempre un cultivo «atractivo económicamente», los márgenes se han reducido de forma notable en la última década, lo que ha llevado a algunos a cambiar el producto de sus tierras. «En 2019, ya con la siembra hecha, tuvimos que ofrecer un complemente de 2,25. La tendencia, sin embargo, parece que a pesar de las circunstancias que están rodeando este año son alcistas y habrá una mayor rentabilidad para el cultivador», considera Isabel Boronat.
En este 2020 la industria ha puesto el foco, para reducir costes y también evitar el contacto humano que pueda suponer la propagación del virus SARS-CoV-2, en la digitalización de las labores de recepción de la mercancía. «Antes entraban y salían constantemente transportistas y había una persona que acudía con la documentación... ahora se ha digitalizado la carta de portes, por ejemplo, y esperamos que el año que viene entre en funcionamiento también la automatización del sistema de valoración de la remolacha», añade Boronat.
El azúcar está de plena actualidad en los últimos tiempos por la intención de varias regiones e incluso del Gobierno central no disimulada de incrementar la carga tributaria a, por ejemplo, las bebidas azucaradas, algo que, cree Boronat, no supondría un gran problema desde el punto económico para Azucarera.
«El azúcar es un alimento natural sin el cual no podríamos vivir y a remolacha un sector estratégico, ya que genera mucho empleo directo e indirecto. Realmente, para nosotros, no supondría un problema porque España es un país deficitario en cuanto a la remolacha y siempre existiría un mercado en el que vender el producto», considera. «Lo que sucede es que, en vez de potenciar campañas de vida saludable, de hábitos de vida sanos para evitar el sedentarismo, se ha optado por una medida netamente recaudatoria y por demonizar al azúcar», asevera. «Será, por ejemplo, la hostelería quien mayor efecto notaría en caso de una subida del IVA a las bebidas azucaradas, y lo haría justo en un momento de gran dificultad para ellos», concluye Boronat.
220.000 toneladas de remolacha recibirá en la campaña de 2020 la planta mirandesa de Azucarera, aproximadamente un 30 por ciento menos que en 2019.
3.000 hectáreas de cultivo es la base sobre la que la industria remolachera quiere estabilizarse captando nuevos agricultores con «potencial y cultivos sostenibles en el tiempo».
5.500 toneladas de molturación al día es la capacidad máxima de Azucarera en Miranda, parámetros en los que está desarrollando la campaña que se cerrará a finales de la próxima semana.
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