Una mañana con mucho para saborear
La Feria Gastronómica reunió a una veintena de expositores que ofrecieron productos para todos los paladares
Se está c convirtiendo en tradición acudir a la calle La Estación y adentrarse en los puestos que emergen entre los toldos rojos de las ... casetas municipales para ofrecer productos que se adaptan a los paladares más exigentes. Eso es lo que permite la Feria Gastronómica que ayer congregó a una veintena de participantes que proponían opciones dulces y saladas, además de infinidad de bebidas.
Algunos de ellos, además, podían probarse con los tickets que se conseguían al adquirir la que ya es también una pieza de colección que muchos esperan, la copa que edición tras edición muestra un elemento emblemático de la ciudad. Este año aparece con el logo de la Biblioteca Municipal Cervantes. Las 1.000 unidades se agotaron.
Hecha esa adquisición o no, lo que tocaba, y así hicieron cientos de mirandeses que a medida que avanzaba la mañana se fueron acercando en mayor número, era echar una ojeada para ver cuál era la oferta gastronómica que más convencía. Muchos eran los que buscaban un puesto concreto porque algunos repetían, como era el caso de La Gilda del Norte. Ayer era Fernando Esteban, que llegaba desde Lezama, el que atendía a los mirandeses que «ya nos conocen y vienen buscando nuestro producto. En esta ocasión hemos traído más porque el año pasado lo vendimos todo». Muchas eran las variedades, pero se centraron en la gilda tradicional, «que es la que más se vende, aceituna, guindilla y anchoa, porque como Rita Hayworth, tiene que ser verde, picante y salada».
Para contrarrestar estas sensaciones en las papilas gustativas podía degustarse el chocolate artesano traído desde Quel por Andrea Marín, que era nueva en la plaza al haber tomado el relevo de los anteriores propietarios de la empresa Peñaquel. «Traemos un poco de todo para atender la demanda del público que busca, ante todo calidad y, innovamos también y tenemos por ejemplo piruletas».
Menos diversificado era el producto ofrecido por Pimentón La Ristra que, de la mano de Joaquín Cáceres llegaba desde Jaraiz de la Vera. «Estamos en ferias como ésta para vender nuestra cosecha anual y para que la gente conozca lo que es un pimentón de agricultor, no el industrial».
También artesanales eran las opciones de pasteles que se ofrecían en Amurrioko Goxoak, «ofrecemos pastel vasco de crema, de chocolate, queso Idiazabal, arroz, dulce que la gente ya conoce porque hemos venido en otras ocasiones», apuntaba Maikar Pérez de Cárcamo, que tenía claro que el espacio de la feria gastronómica mirandesa es el adecuado. «Es perfecto, las ferias tienen que ser en la calle».
Para brindar
Y haciéndolo estaba Fernando Meana que 'jugaba' en casa y que entiende que una cita como la feria no se puede perder para «ofrecer nuestros productos de la manzana, con la sidra y, sobre todo tratando de que nuestros vecinos conozcan el Brain Apple, que es la bebida que queremos que tenga el calificativo de mirandesa porque es lo que nos distingue al ser un producto único en esa fórmula especial».
Con él se podía brindar, y también con los vinos y cavas que llegaron de la mano de las bodegas Maset, llegadas desde Santander. Comentaba Natalia Magdaleno que se habían decidido por su presencia en la feria porque «en Miranda tenemos clientes que ya saben que nuestro producto les llega sin intermediarios a través de repartidores propios y para que otros nos conozcan».
La feria gastronómica acudió a su cita y Miranda respondió y acudió para disfrutar con lo que en ella se ofertó.
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