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Raúl Canales
Miranda de Ebro
Viernes, 10 de enero 2025, 23:21
Hace muchos años que las barbas, melenas y chupas de cuero han cedido su lugar a las canas y las calvas, pero el veneno de ... la música sigue corriendo por sus venas. Toño Mediero es un ejemplo de que los viejos rockeros nunca mueren. Lleva medio siglo sobre los escenarios y aún le queda cuerda para rato, aunque a estas alturas de su vida prefiere apuntarse a la filosofía del Cholo Simeone y hacer suyo el lema de «partido a partido». En su caso, concierto a concierto.
Hoy se subirá a las tablas del teatro Apolo para celebrar el 50 aniversario de Judas. Ni en sus mejores sueños podían imaginar, aquellos siete jóvenes que al regresar de la mili decidieron juntarse para imitar a los ídolos que daban vueltas sin parar en sus tocadiscos, que iban a llegar tan lejos. Su única pretensión era disfrutar tocando. En eso no han cambiado. A Judas nunca le movió ni el ansia de fama ni el dinero. Su mejor gasolina era la amistad, un valor que mantienen pese al inexorable paso del tiempo y a los obligados cambios de formación.
«Siempre nos hemos llevado muy bien y hemos disfrutado mucho de estar juntos», reconoce Mediero. Es la receta para aguantar cientos de kilómetros, horas de furgoneta y noches que se prolongaban hasta el amanecer. Y es que Judas era un grupo que encajaba en todos los perfiles. Ideal para amenizar la verbena antes de cenar pero también para acabar la madrugada moviendo la cabeza al ritmo de las mejores versiones o incluso para las dianas de primera hora en las fiestas. «Hemos tocado en todos los horarios y lugares», confiesa el guitarrista.
En la década de los 70, no había pueblo de la zona que no hubiera tenido a estos rockeros mirandeses en sus fiestas. También era habitual su presencia en salas del País Vasco. Los veranos eran frenéticos, con todos los fines de semana ocupados, y en invierno tocaba encerrarse en el local para preparar nuevo repertorio y salir a la carretera otra vez. Con una agenda tan apretada, fueron aplazando la idea de componer temas propios que en algún momento rondó su cabeza y nunca sintieron esa necesidad creativa que obsesiona a otros grupos.
«Cuando miras hacia atrás piensas que hubiera estado bien tomarnos un tiempo para sacar temas y grabar un disco, pero entonces ni lo pensamos mucho, sino que íbamos tirando con el día a día, aunque capacidad y talento creo que había suficiente», asegura Mediero, que repasa la historia de Judas con nostalgia pero con la serenidad que otorga el haber disfrutado al máximo del camino.
También hubo un momento en el que se llegaron a plantear la posibilidad de vivir de la música. Fue tras actuar con Miguel Ríos en Haro. «Estuvimos muy cerca de dar el paso, pero decidimos esperar a que uno de nosotros regresara de la mili y luego ya se nos pasó la ocasión», asegura. No se arrepiente porque eso no hizo que dejaran de disfrutar sobre las tablas.
Con el rock como base, Judas siempre supo adaptarse a las circunstancias y a lo que el público demandaba. «Metíamos temas de todo tipo, también de los más comerciales de aquellos años. A primera hora sobre todo, luego a medida que avanzaba la noche le dábamos más caña», recuerda entre risas quien conserva intacta la ilusión por ponerse delante del micrófono. «La clave para estar tantos años es amar la música. Si te lo pasas bien con lo que haces, no necesitas mucho más», sostiene Mediero.
Es esa pasión y la hermandad forjada a lo largo de tantos años, la que hizo que Judas regresara después de un largo parón. Con la jubilación de casi todos sus miembros, había tiempo suficiente para retomar la actividad. Un simple café bastó para que todo echara a rodar. Y esos mismos sentimientos de camaradería, les han permitido superar el fallecimiento de Jesús, posiblemente el alma mater del grupo. «Pensamos en dejarlo, pero nos sentamos a hablar y todos coincidimos en que a él le gustaría que siguiéramos porque Judas no podía acabar así».
Con savia nueva, han dado algunos bolos para volver a engrasar la maquinaria y hoy en el teatro Apolo repasarán toda su trayectoria. Un merecido homenaje para el que han preparado un repertorio novedoso. ¿Sabor a despedida? «No, ni mucho menos, aunque con nuestros años tampoco puedes hacer planes a largo plazo. Vamos a seguir tocando mientras que el cuerpo aguante», remarca.
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