El ITM apuesta por la formación dual en hostelería y valora implantar otro grado en Miranda
El centro, que trabaja en firmar convenios con las empresas de restauración, apuesta por un sector cada vez más profesionalizado
Cristina Ortiz
Miércoles, 21 de mayo 2025, 00:01
Alejandro Serrano, Erre de Roca, La Vasca, Carbón, Mima, Bocca, Tudanca.... no hay restaurante mirandés que no tenga en sus cocinas a profesionales salidos de ... la Escuela de Hostelería del ITM; un proyecto que comenzó a dar sus primeros pasos hace nueve años para atender la demanda del sector en la ciudad y que, hoy en día, atendiendo al mismo reto, trabaja para dar forma, junto a los empresarios del mundo de la restauración, a una FP dual en esa familia profesional.
Se trataría de ofrecer a partir del próximo curso una formación 'a medida' de aquellos trabajadores que cuentan con experiencia en cocina o en sala pero a los que les faltan otros conocimientos que se adquieren en las aulas y que abren el paso a obtener una titulación oficial.
El objetivo es que ese personal se pueda convertir en alumnado del centro, compatibilizando sus estudios con el trabajo. «Estamos haciendo convenios con los restaurantes para hacer una FP Dual, ya sea en grado medio o superior, con esos alumnos. La empresa ofrece un plan de formación a su plantilla y nosotros la adaptamos a lo que necesita», explicó Sonia Ortiz, directora del ITM; un centro que si bien cuenta con experiencia en ese tipo de capacitación, siempre ha sido siguiendo el camino contrario, enviando alumnos a completar su cualificación en las empresas, no al contrario.
Al mismo tiempo, se busca evitar que aquellos jóvenes que están en la escuela la dejen antes de acabar su formación porque les ha salido un empleo. Es una experiencia que ya tienen y que no quieren que se repita. «Cuesta muchísimo contratar profesionales y esos profesionales tampoco están en los centros de FP, pese a que son unos estudios de pleno empleo», valoró Ortiz, a la que le gustaría poder cubrir todos los años las 30 plazas del grado superior en Dirección de Cocina.
Un objetivo que tiene claro que es difícil porque la idea que se tiene sobre esa formación en hostelería es que los alumnos se van a dedicar a «trabajar mientras los demás están disfrutando». Un mensaje que no siempre se cumple y que cree nos tiene que llevar a cambiar esa valoración. Para empezar porque, en su contacto permanente con los empresarios locales del sector, perciben que «las jornadas están variando y cada vez se opta más por la conciliación laboral. Por eso buscan gente de Miranda, que viva aquí y pueda compaginarlo todo».
Además, algunos de sus alumnos trabajan en las cocinas del hospital, residencias de mayores, caterings... el abanico laboral es muy amplio. También para los de grado medio de Cocina y Gastronomía, ciclo que sí cubre todos los años las plazas que se ofertan. El nivel de exigencia es menor y el trabajo también está garantizado. Es un personal con una formación muy necesaria.
Atender la demanda
De ahí, que la dirección del centro esté sopesando en estos momentos si opta por implantar un nuevo grado medio de Servicios de Restauración y bar. «El sector nos está pidiendo esa formación y estamos haciendo el estudio. Hay que estar muy seguros de las necesidades, de la capacidad para captar alumnos... porque tienen que querer formarse en ese campo». Si finalmente se decide incorporarlo será para el curso 2026-27.
De cara a septiembre no descartan diseñar cursos cortos a medida de las formaciones que les demanden desde la restauración en la ciudad, monográficos para gente a la que le guste cocinar, sesiones de gestión de equipos con clases entre fogones... «Queremos que las cocinas funcionen de lunes a viernes por la mañana y por la tarde, queremos incentivar más su uso».
Por lo que sí han apostado ya es por ofrecer formación en ese campo para desempleados –tienen ahora a 15 en sus aulas– a través del Ecyl. El objetivo es sacarle el máximo rendimiento a una instalaciones, con unos equipos que requirieron una gran inversión. Y la siguen necesitando en el día a día, al decantarse por unas clases eminentemente prácticas.
«Los talleres se abren todos los días y todos se produce, apostando por cero desperdicio. No hacerlo sería un lujo», reconoció Ortiz. De ahí que las elaboraciones que preparan los alumnos se puedan degustar los jueves en el comedor del centro, como si se tratase de un restaurante para practicar la atención en sala; a través de pedidos diarios de menú para recoger, en la cafetería durante el recreo; y también en catering.
Reconocen que poco a poco va creciendo el número de empresas que recurren a la escuela cuando necesitan ofrecer una comida a trabajadores o clientes, ya sea en el centro educativo o en sus instalaciones. «Es algo muy motivador para los alumnos. Son prácticas reales y es un servicio muy solicitado», reconoció la directora.
Tener pedidos externos de comida es un eje esencial en el funcionamiento de la escuela, porque contribuye a que a diario se hagan muchas prácticas de diferentes elaboraciones. Platos y menús que se venden y permiten seguir comprando productos frescos que volver a cocinar. «Es una cadena. Los talleres están abiertos toda la mañana. Ahora, las clases son un 90% prácticas y un 10% teóricas», incidió.
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