De una fiesta del colegio a un grupo enraizado en Miranda

Al año siguiente se formalizó la asociación cultural Juan de la Encina, y tomando esa fecha como base es cómo va a celebrarse este año el redondo aniversario. Todavía no se va a desvelar cómo va a conmemorar el grupo su cumpleaños, pero «algo haremos, seguro, y ya lo iremos contando. Para nosotros la fecha es importante».

Hay que celebrar la pervivencia de una entidad que nació sin más pretensión que la de «conseguir que sus integrantes se lo pasaran bien», y que fue cogiendo forma actuando en «misas, en bodas y en eventos que iban surgiendo». Y que empezó a pensar en convertirse en una coral de la ciudad después de que sus integrantes «fueran muy osados y en 1986 se lanzaran a participar en un concurso de corales en Egea de los Caballeros».

En la coral esa presencia en la cita de la localidad aragonesa se tiene como la primera de las muchas anécdotas que atesoran sus integrantes. «La verdad es que según nos han contado fue un desastre, una experiencia negativa, todo salió mal, pero bueno, eso sirvió de lección. Se superó el mal trago y los que estaban se empeñaron en convertirse en una buena coral y aquí estamos cuarenta años después».

En cuatro décadas hay tiempo para pasar momentos buenos y malos y esa conjunción de experiencias es la que hace que la Coral Juan de la Encina tenga su propia historia de la que, lógicamente quienes forman parte de ella se enorgullecen.

«En todos estos años hemos vivido épocas puntas, épocas valle, momentos en los que estás abajo del todo, y los hemos ido superando todo porque los que seguimos en la coral tiramos del carro porque tenemos una gran afición a la música».

Y si habla de afición es precisamente porque quienes integran el grupo vocal, en este momento entre 27 y 30 personas «no somos profesionales, somos aficionados que con la ayuda de nuestra directora, Arantxa de Juan, que está siempre pendiente de todos los detalles, que nos guía y nos enseña, lo hacemos unas veces mejor y otras peor, pero siempre intentando mejorar».

Son muchas las citas musicales de la ciudad en la que está presente Juan de la Encina, «nos caracterizamos por hacer un buen número de conciertos benéficos para asociaciones sociales», recuerda Vega, pero lo cierto es que la coral tiene a gala ser la promotora de la Semana de Villancicos con la que se disfruta en Miranda cerca de la Navidad y que «ya tiene veinte años, que no está nada mal. Es uno de esos proyectos que de vez en cuando nos planteamos y lo cierto es que este nos ha salido muy bien. Es una fórmula que no se hace en ningún otro lugar de Castilla y León y eso nos enorgullece porque se ha quedado como algo emblemático de la ciudad».

Hubo un tiempo en el que Juan de la Encina tuvo una coral infantil, e incluso un grupo de metales pero «la pandemia, como hizo con otras entidades nos machacó». La asociación, en sus mejores tiempos, llegó a tener entre unos y otros casi sesenta personas y ahora se tienen que enfrentar a algunas carencias. «El mal que tenemos, y que es endémico, es que tenemos pocos hombres, pero nos adaptamos».

Lamenta también Jesús Vega que la coral esté envejeciendo porque «no tenemos relevo generacional. La gente más joven no quiere compromisos y eso es un problema».

Aun así la Coral Juan de la Encina sigue teniendo proyectos e ilusiones y, sobre todo, ganas. Forma parte de la historia musical de la ciudad y quiere seguir haciéndolo. Cumple ahora 40 años y mira hacia adelante para celebrar muchos más aniversarios.