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Toni Caballero
Domingo, 20 de abril 2025, 23:04
El reloj marcaba las 18.30 horas del 9 de septiembre de 1940, era el tercer año en activo del Campo de Concentración de Miranda, ... que a la postre prolongaría su vida durante otros siete cursos más para convertirse en el más longevo del territorio nacional, y cinco presos del espacio de reclusión estaban listos para lanzarse a un plan de fuga que, de salir bien, tendría como premio la libertad. Sin embargo, el plan de evasión, en esta ocasión, acabaría en derrota a poco más de un kilómetro de distancia desde el punto dónde comenzó la huida.
Esta es una de las 65.000 historias que tuvieron lugar en el Campo de Concentración de nuestra ciudad, las correspondientes a todas las personas que pasaron por un recinto franquista cuya organización y puesta en funcionamiento se realizó siguiendo el modelo alemán y bajo la supervisión de Paul Winzer, miembro destacado de la Gestapo y de las SS.
Volviendo al intento de fuga, tres de los prisioneros internacionales que intentaron huir de la ciudad eran franceses(Jean Martin, Raymond Moulinier y Lucien Olivet) y los otros dos, lituanos (Sascha Zaiter y Jack Gremeen).
«La única mención a estas personas la he encontrado en el libro de Guy Garoche ( Bille en tête 39-44 ), un maestro francés llamado a filas en 1939 que se evadió a España y estuvo internado en Miranda en septiembre de 1941, para posteriormente pasar a la Resistencia en la Francia ocupada en el departamento de Yonne. Garoche confirma el intento de fuga y fusilamiento de los cinco presos, aunque indica que los lituanos probablemente fueran alemanes que no querían revelar su verdadera nacionalidad por miedo a ser repatriados a Alemania», explica Olmo Masa, un investigador especializado en el Campo de Miranda.
Y es que, según la morfología germánica de sus apellidos, esta teoría es totalmente plausible, «aunque también pude significar que fueran judíos de Lituania puesto que las personas de esta etnia en el Centro y Este de Europa tenían también apellidos de raíz germánica».
Por su testimonio, es conocido que Raymond Moulinier nació en 1919 y que provenía de una familia de agricultores. Reclutado en 1939 tras el estallido de la -Segunda Guerra Mundial, participó en la batalla de Francia como miembro de un regimiento de tanques. Tras la capitulación francesa, decidió evadirse a España para evitar ser capturado como prisionero de guerra por los alemanes y con el objetivo de unirse a las fuerzas armadas de La Francia libre en Londres.
Logró entrar en el país clandestinamente por la frontera gerundense, donde es apresado y conducido a la prisión de Figueras, y de ahí al improvisado campo de prisioneros de Cervera. Finalmente, es enviado el 1 de septiembre de 1940 al campo de concentración de Miranda.
La historia de Jean Martin, el segundo de los franceses, de 19 años de edad entonces, es muy similar e, igualmente, fue reflejada en el texto de Guy Garoche. «Tratando de unirse a la fuerzas de la Francia libre a través del paso clandestino de la frontera hispano-francesa, fue apresado y conducido al campo de Miranda en la misma fecha que Moulnier», fecha Masa.
A ellos se suma Lucien Olivet, el tercer galo, sobre el que sólo se ha llegado a recabar que era un joven de 18 años de origen alsaciano, la región que linda con Alemania y Suiza, y que, habiendo huido del orfanato en el que residía, decidió escapar hacia nuestro país, siendo apresado e igualmente trasladado al centro de reclusión de Miranda.
Estos tres franceses junto con los dos lituanos, sobre los que no ha trascendido ningún tipo de información más allá de sus nombres, protagonizaron el ya citado intento de fuga el 9 de septiembre de 1940.
Una vez más, según el testimonio de Garoche, hacia las 18.30 horas, los cinco prisioneros aprovecharon un momento de descuido de los centinelas del campo para esconderse tumbados en el interior de unas tuberías de cemento. Así las cosas, el resto del relato se conoce por el testimonio en la causa 792/1940 de uno de los guardias franquistas que disparó fatalmente contra los reclusos.
Media hora después de iniciarse la huida, sobre las 19.00 horas, el centinela de la puerta principal del recinto dio el aviso de que había varios presos que se habían dado a la fuga y, según el guardia anterior, tras ordenarles que se detuvieran repetidas veces «les hicimos fuego causándoles la muerte».
Para el investigador especializado en el Campo de Concentración de Miranda, «por cómo se empleaba en el franquismo la llamada ley de fugas, podemos tomar con bastante escepticismo este testimonio», subraya. De hecho, relata que «de la instrucción incoada por el alférez del campo, Alfredo Acebal, se deduce que los centinelas mataron a los presos a unos 60 metros del puente de Bayas».
Esto quiere decir que, de corresponderse esta localización con la del actual puente que cruza el río mirandés, «tuvo que haber una persecución durante algo más de 1 kilómetro a lo largo del río».
Esta confirmado que los tres presos franceses fueron abatidos en el margen derecho del cauce, mientras que los cadáveres de los dos lituanos descansaban sobre la orilla izquierda, por lo que se entiende que llegaron a cruzar y tuvieron la libertad más cerca.
Tras el trágico punto final, sus cuerpos fueron sepultados dos días más tarde en la fosa común del Patio de Párvulos en el cementerio de Miranda, fosa donde descansaban decenas de prisioneros asesinados en el campo desde 1937.
«No es sorprendente que la justicia militar finalizase la causa concluyendo que las muertes de estas cinco personas 'no pueden ser consideradas como constitutivas de delito ni falta», zanja Masa.
En 1950, diez años más tarde, el Ministerio del Ejército francés repatrió los cadáveres de los tres prisioneros franceses, recibiendo el título póstumo de 'muertos por Francia'. Esto se sabe por el libro de José Ángel Fernández López 'Historia del campo de concentración de Miranda de Ebro : (1937-1947)'. Asimismo, en el expediente de Raymond Moulinier en los archivos del Ministerio galo como causa de la muerte aparece la frase «fusilado por los españoles. Esta es la historia de una evasión en el Campo de Miranda que acabó en derrota.
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